¿Alguna vez te has preguntado por qué no tienes recuerdos de cuando eras un tierno bebé babeando en el corral? Esa laguna mental —ese eterno “no me acuerdo de nada antes de los 4”— tiene nombre: amnesia infantil, y hasta ahora, la culpa se la echábamos a un cerebro demasiado “verde”. Pero resulta que… tal vez no era tan verde como creíamos.
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Una nueva investigación publicada en Science le da la vuelta al asunto y propone algo tan fascinante como inquietante: los bebés sí pueden crear recuerdos, simplemente no sabemos cómo acceder a ellos más adelante.
El hipocampo bebé: más funcional de lo que pensábamos
Durante mucho tiempo, la explicación clásica era que el hipocampo —el responsable principal de crear y almacenar recuerdos— no estaba lo suficientemente desarrollado en los bebés. Básicamente, que no había quién grabara nada.
Pero el nuevo estudio, liderado por investigadores de universidades como Yale, mostró que bebés de hasta un año ya activan su hipocampo cuando ven y reconocen imágenes. Y lo más curioso es que usan la misma zona del cerebro que los adultos cuando recordamos eventos específicos. O sea, la maquinaria estaba ahí… pero el acceso es otro cuento.
¿Cómo demonios se mide la memoria en un bebé?
Spoiler: no se les pregunta “¿te acuerdas?”. Lo que hicieron fue mostrarles imágenes a bebés entre 4 meses y 2 años, monitorear su cerebro con escáneres, y luego poner dos imágenes frente a ellos: una ya vista y otra nueva. Si miraban más tiempo la conocida, bingo: la reconocían.
El truco está en la atención. Si un bebé ve algo por segunda vez y le presta más atención, es que lo recuerda. Claro que esto requiere que el bebé no esté llorando, durmiendo o intentando comerse el escáner.
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Y aun así, los científicos lograron identificar que a partir del año de edad, los bebés sí muestran actividad cerebral asociada con la memoria episódica.
Aprender antes que recordar
Otra joyita del estudio es que antes de tener memoria de eventos como tal, los bebés ya son máquinas de detectar patrones.
Este tipo de aprendizaje, llamado aprendizaje estadístico, les permite entender cómo funciona el mundo —como que los sonidos del idioma se repiten o que mamá aparece cuando lloro lo suficiente—. Pero no se acuerdan del momento exacto en que aprendieron eso.
Y esto tiene todo el sentido del mundo: antes de recordar tu primer cumpleaños, tu cerebro ya sabía que un llanto bien ejecutado traía resultados.
Entonces… ¿qué pasó con nuestros primeros recuerdos?
Aquí es donde la cosa se pone misteriosa y un poquito Black Mirror. Hay dos teorías:
- Los recuerdos sí se guardan, pero no duran. Como una nota adhesiva mental que se cae con el tiempo.
- Los recuerdos siguen ahí, pero no tenemos la llave para accederlos. Están en un cajón bien cerrado al que nunca más volvimos.
Los investigadores están incluso probando si los niños pueden reconocer videos grabados desde su punto de vista cuando eran bebés. Algunos sí lo hacen. Esto abre la posibilidad de que los recuerdos de la primera infancia no se borran, sino que se esconden tan bien que parecen olvidados.
Conclusión: tu yo bebé sabía más de lo que crees
Esa versión miniatura tuya, sin dientes y con pañal, sí estaba grabando cosas en su pequeño disco duro cerebral. Puede que no lo recuerdes, pero tu hipocampo estaba ahí, trabajando silenciosamente, almacenando sensaciones, rostros, patrones... quizás incluso tus primeros traumas con payasos.
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Así que la próxima vez que te pregunten por qué no recuerdas tu primer cumpleaños, puedes responder con toda la seriedad del mundo: “Porque mi acceso al archivo estaba bloqueado por el sistema operativo de desarrollo infantil.”
¿Y si algún día encontramos la manera de desbloquear esos archivos ocultos? Tal vez te veas a ti mismo gateando hacia el perro familiar... o descubriendo que ya odiabas las verduras desde los ocho meses. Quién sabe.