Si creías que los hongos eran solo esos simpáticos organismos que crecen en la humedad o los villanos secundarios de The Last of Us, prepárate: están a punto de cambiar cómo pensamos sobre la energía. Gracias a un innovador proyecto suizo respaldado por el programa Microbials de la fundación Gebert Rüf Stiftung, los científicos han desarrollado algo digno de una película de ciencia ficción: baterías biodegradables impresas en 3D que se “alimentan” en lugar de cargarse. Sí, leíste bien: baterías que comen en vez de enchufarse.
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Pero antes de imaginar tu smartphone pidiéndote azúcar para funcionar, aquí van los detalles.
Una batería que vive, respira y... se autodigiere
Esta batería, que en realidad es una celda de combustible microbiana, utiliza hongos como su fuente de magia eléctrica. Básicamente, funciona aprovechando el metabolismo de dos especies de hongos cuidadosamente seleccionadas para producir electricidad.
Por un lado, el hongo de levadura en el ánodo libera electrones. Por el otro, un hongo de podredumbre blanca en el cátodo produce una enzima que captura y conduce esos electrones. ¿El resultado? Electricidad suficiente para mantener activos dispositivos pequeños, como sensores de temperatura, durante varios días.
“Es la primera vez que combinamos dos tipos de hongos para crear una pila de combustible funcional”, explicó Carolina Reyes, investigadora de Empa (Laboratorios Federales Suizos de Ciencia y Tecnología de Materiales). Y no, no es que los hongos se junten para conspirar contra la humanidad; más bien, es la simbiosis perfecta de biología, ciencia de materiales e ingeniería eléctrica.
¿Impresión 3D + hongos? El dúo dinámico
Lo que realmente distingue esta batería de hongos es cómo se fabrica. En lugar de añadir hongos a una batería ya construida, los investigadores integraron las células fúngicas directamente en la estructura impresa en 3D de la batería. Y aquí viene lo más genial: los electrodos no solo son biodegradables, sino que también están diseñados para nutrir a los hongos mientras generan electricidad.
¿El final de las baterías tóxicas? Tal vez. A diferencia de las baterías tradicionales, que suelen estar llenas de materiales que contaminan el suelo y el agua, estas baterías vivas se autodigieren. Sí, cuando terminan su propósito, los hongos simplemente se comen la tinta de celulosa en la que están incrustados y listo. ¿Adiós a la contaminación? Eso parece.
¿Cómo funcionan? Solo añade agua y azúcar
Activar estas baterías de hongos es casi como cuidar una planta (pero menos complicado). Solo necesitas agua y azúcar simple para alimentarlas. ¿Se te acabó la batería? Dale un snack. Según Reyes, las baterías pueden almacenarse secas y activarse en cualquier momento. Es como si llevaras una batería-zombie en tu bolsillo que vuelve a la vida con un poco de agua.
Eso sí, no vayas a echarle Red Bull pensando que funcionará más rápido... todavía no llegamos a ese nivel.
¿El futuro de las baterías? Tal vez, pero aún hay desafíos
Por supuesto, no todo es perfecto. Aunque el concepto de baterías biodegradables y vivas suena como el futuro, los investigadores aún enfrentan grandes desafíos. Trabajar con materiales vivos (es decir, hongos que tienen sus propias necesidades y caprichos) es una tarea complicada que combina microbiología, ingeniería eléctrica y ciencia de materiales. Además, por ahora, la potencia generada es bastante modesta.
Pero esto es solo el comienzo. Empa planea experimentar con diferentes tipos de hongos en el futuro para mejorar la durabilidad y eficiencia de estas baterías. Quién sabe, tal vez en unos años, en lugar de comprar pilas AAA, estarás cultivando tu propia “batería de hongos” en casa.
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Un hongo que podría salvar el mundo
Así que la próxima vez que veas un champiñón en tu pizza o te asustes con The Last of Us, recuerda esto: los hongos tienen un potencial increíble para revolucionar el mundo de la energía. No solo pueden brillar en la oscuridad o colonizar insectos (tranquilo, no humanos… todavía), ahora también pueden ayudarte a mantener encendido tu termostato o tus sensores ambientales.
Tal vez aún no sea el fin de las baterías tradicionales, pero con inventos como este, el futuro parece más verde, más biodegradable y, quién lo diría, más delicioso para los hongos.