Ciencia

Según la ciencia, duele más terminar una amistad que una relación amorosa | Estas son las razones

Curiosamente, terminar con un amigo puede ser más doloroso que con una pareja.

Las expectativas en la amistad y la manera en que entendemos el apoyo emocional varían según el género, y pueden definir cuánto nos afecta la disolución de estos lazos tan significativos.
Depende del género Las expectativas en la amistad y la manera en que entendemos el apoyo emocional varían según el género, y pueden definir cuánto nos afecta la disolución de estos lazos tan significativos. (Kumpan Electric - Unsplash)

Las amistades son uno de los pilares de nuestra vida, nos moldean, nos acompañan y nos enriquecen de mil maneras. Pero, ¿qué sucede cuando una amistad termina? Aunque poco se hable de ello, las rupturas entre amigos pueden ser igual o incluso más difíciles que las de pareja. La psicología recién empieza a profundizar en estos vínculos tan significativos y en cómo su pérdida afecta nuestra vida y bienestar.

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Nos preparan para los corazones rotos con canciones, películas y libros, pero las amistades que se disuelven quedan en la sombra. Como explica Grace Vieth, investigadora de la Universidad de Minnesota, la ciencia apenas ha comenzado a entender el fin de las amistades como un fenómeno real.

¿Por qué nos importa?

Desde pequeños, los amigos pasan a ocupar el lugar de guía y apoyo en nuestra vida. Kaitlin Flannery, profesora de psicología en la Universidad de Nueva York en Cortland, afirma que las amistades nos ayudan a moldear nuestra identidad, actuando como un espejo. En su investigación, descubrió que muchos adolescentes experimentan la ruptura de amistades por conflictos o porque la relación deja de brindarles lo que necesitan.

Para Flannery, la cercanía y la validación que encontramos en nuestras amistades se convierten en una fuente irremplazable de apoyo; sin embargo, a medida que crecemos, nuestra red social se vuelve más compleja, y a veces, la distancia física o los nuevos intereses nos llevan a dejar ciertas amistades en el camino.

¿Qué dice la ciencia de todo esto?

La ciencia ha comenzado a explorar los profundos efectos emocionales que conlleva la ruptura de una amistad, un fenómeno que, a pesar de su impacto, ha sido históricamente poco investigado en comparación con las relaciones románticas.

Grace Vieth explica que la disolución de una amistad genera sentimientos intensos y complejos que se asemejan a la pérdida romántica. Estudios muestran que el fin de una amistad puede provocar tristeza, frustración, y hasta sentimientos de duelo, especialmente cuando el vínculo era cercano. A diferencia de una ruptura amorosa, en la que existen normas sociales claras para procesar el dolor, los finales de amistad quedan en un espacio ambiguo, dejando a muchos sin un “manual” para sanar.

Las investigaciones indican que el dolor de una ruptura de amistad también está vinculado con la expectativa social que hemos construido alrededor de los amigos. A lo largo de nuestra vida, desde la niñez hasta la adultez, aprendemos a ver las amistades como un soporte emocional constante, algo que, como describe la psicóloga Kaitlin Flannery, influye en nuestra identidad y desarrollo personal.

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Esta dependencia emocional hacia los amigos puede hacer que la pérdida sea difícil de sobrellevar, ya que no solo despedimos a la persona, sino a una parte de nosotros mismos que se moldeó en compañía de esa relación. Los estudios también señalan que, en muchas personas, el dolor de esta pérdida aumenta cuando la ruptura ocurre de manera inesperada, sin explicaciones o con un “ghosting” por parte de quien se aleja.

Además, el impacto de una ruptura de amistad parece depender del género y el tipo de relación que teníamos con esa persona. Las investigaciones muestran que las mujeres tienden a formar vínculos uno a uno más profundos y a esperar mayor lealtad emocional, mientras que los hombres suelen tener redes sociales más amplias y menos dependientes de un solo amigo. Por ello, las rupturas de amistad en mujeres suelen ser percibidas como eventos más dolorosos y duraderos en comparación con los hombres. Esto sugiere que las expectativas en la amistad y la manera en que entendemos el apoyo emocional varían y pueden afectar cuánto nos afecta la disolución de estos lazos tan significativos.

Cuando dejar ir es la mejor opción

¿Deberíamos entonces aferrarnos a los amigos del pasado, con la esperanza de retomar algún día? No siempre. Vieth y Flannery sugieren que hay momentos en que lo mejor es dar el paso y dejar ir, especialmente si se trata de una relación que se ha vuelto tóxica. No todas las amistades nos aportan lo que necesitamos; algunas nos dejan cansados y drenados. Aunque cortar una amistad puede ser difícil, en ocasiones es lo más saludable.

A diferencia de las relaciones románticas, en las amistades no existe una expectativa de exclusividad, lo cual, paradójicamente, puede generar celos cuando vemos que nuestros amigos cercanos tienen otros amigos importantes. Aprender a navegar estos sentimientos es clave para mantener relaciones equilibradas y saludables.

¿Y si decido regresar?

Como en las relaciones románticas, también existe la posibilidad de una reconciliación. Volver a conectar con un amigo puede ser sanador, pero depende de la naturaleza de la ruptura. ¿Sientes alivio al pensar que la amistad terminó? Entonces tal vez sea mejor dejarlo así. Pero si extrañas a esa persona y recuerdas la alegría que te brindaba, tal vez valga la pena intentar un reencuentro.

En última instancia, las amistades – aunque a menudo nos lleguen sin aviso y sin reglas – son vínculos profundamente humanos que, como todas las relaciones, requieren tiempo, esfuerzo y, en algunos casos, el valor de dejarlas ir.

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