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Argentina y la historia de su tren solar | Es el primero de américa latina

Este gran logro se dió en el Tren de la Quebrada

Archivo - BID Invest instala placas solares en Brasil, donde ayuda a aumentar su capacidad de generar energía limpia BID - Archivo

El Tren Solar de la Quebrada, que viaja entre los paisajes de la provincia argentina de Jujuy, se ha convertido en un símbolo de la transición hacia un transporte más sostenible. Con una capacidad para 70 pasajeros y propulsado por energía solar almacenada en baterías de litio, este ferrocarril turístico promete revolucionar la forma de explorar la Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

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Sin embargo, detrás de esta innovadora iniciativa se esconden complejos problemas que van más allá del turismo ecológico. La dependencia de la tecnología china, la explotación de recursos naturales como el litio y las consecuencias sociales de los proyectos de infraestructura son situaciones que han generado un intenso debate en Argentina.

La construcción de este particular Tren Solar fue encomendada a la empresa estatal china CRRC, una de las mayores fabricantes de material ferroviario del mundo. Esta asociación ha fortalecido los lazos económicos entre ambos países, pero también ha suscitado críticas por la creciente dependencia tecnológica de Argentina respecto a China. La construcción del Parque Solar de Cauchari, otro proyecto conjunto, ha consolidado esta relación, generando un debate sobre los beneficios y riesgos de esta alianza estratégica.

Además, la elección del litio como fuente de energía para el tren ha sido un tema de discusión en lo que respecta al impacto ambiental por la minería que se debe hacer con tal de conseguirlo. La extracción de litio requiere grandes cantidades de agua, un recurso escaso en la región de Jujuy. Si bien el litio permite almacenar energía solar de manera eficiente, su explotación amenaza los ecosistemas locales y genera preocupación entre las comunidades indígenas.

El Tren Solar de la Quebrada representa un parteaguas en la búsqueda de un transporte más sostenible, pero en contra parte también plantea interrogantes sobre los costos ambientales y sociales de este tipo de proyectos.

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