Ciencia

Las claves de SpaceX para recuperar exitosamente el gigantesco propulsor de su cohete Super Heavy

Este avance refuerza la capacidad de reutilización de cohetes, un pilar fundamental para que la colonización de Marte se vuelva económicamente viable.

Con cada lanzamiento y prueba, SpaceX nos acerca más a un futuro donde la humanidad no esté confinada a un solo planeta.
Digno de ciencia ficción Con cada lanzamiento y prueba, SpaceX nos acerca más a un futuro donde la humanidad no esté confinada a un solo planeta.

Elon Musk lo ha repetido en numerosas ocasiones: su sueño es hacer de la humanidad una civilización multiplanetaria. En esa visión, Marte es la pieza clave. Pero no se trata solo de un anhelo futurista; SpaceX, la empresa de cohetes fundada por el multimillonario, está dando pasos concretos para lograrlo. Esta semana, marcó un hito histórico con su nave estrella, Starship, al recuperar exitosamente el gigantesco propulsor de su cohete Super Heavy.

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Un salto tecnológico hacia el futuro

El corazón de la visión de SpaceX es la creación de cohetes que puedan ser reutilizados múltiples veces, como si fueran aviones. Este enfoque reduce significativamente los costos, haciéndolos mucho más accesibles.

El hito alcanzado esta semana con la nave Starship ha sido uno de los más emocionantes hasta la fecha. Tras un vuelo de prueba de nueve minutos, el enorme propulsor de 70 metros de altura, conocido como Super Heavy, regresó a la plataforma de lanzamiento y fue capturado con precisión por unos brazos mecánicos apodados “los palillos”. Con este movimiento, el equipo de SpaceX no solo demostró la capacidad de recuperación de la nave, sino también la seguridad y estabilidad necesarias para su futuro uso en misiones más complejas.

No se trata de un logro menor. Este cohete, con sus 5.000 toneladas y 120 metros de altura, es el más grande y potente construido hasta ahora. La recuperación en pleno vuelo del propulsor, con la delicadeza y exactitud que demanda esta operación, abre la puerta a que estos cohetes se utilicen no solo para un lanzamiento, sino para decenas de ellos. En otras palabras, estamos viendo cómo SpaceX transforma la forma en que concebimos los viajes espaciales.

Starship: la nave que nos llevará a Marte

La nave Starship es la joya de la corona de SpaceX. No solo está pensada para misiones en la órbita terrestre, sino para llegar a destinos más ambiciosos, como Marte y la Luna. Su diseño ha pasado por numerosos cambios y mejoras desde los primeros prototipos, y cada prueba nos acerca más al día en que veamos a los primeros humanos despegar hacia el planeta rojo.

Con una capacidad de carga de hasta 150 toneladas reutilizables y 250 toneladas en modalidad desechable, Starship tiene el potencial de transportar desde grandes cantidades de suministros hasta personas. Pero no se queda ahí: uno de sus objetivos es poder realizar viajes intercontinentales en la Tierra en menos de una hora, conectando puntos distantes del planeta a una velocidad sin precedentes.

Hasta ahora, SpaceX ha llevado a cabo cinco misiones de prueba con Starship, cada una mostrando progresos en la eficiencia del vehículo. Los lanzamientos, que tuvieron lugar en abril y noviembre de 2023, así como en marzo, junio y octubre de 2024, han sido cruciales para afinar la tecnología. A pesar de que todavía queda un camino por recorrer antes de que la nave esté completamente operativa, cada prueba aumenta las posibilidades de que este megacohete esté listo para su objetivo principal: llevar humanos a Marte.

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¿Por qué Marte y no otro destino?

Marte ha sido un objetivo tentador para científicos e ingenieros por décadas. Su relativa cercanía a la Tierra y su superficie rocosa hacen que sea más accesible que otros planetas del sistema solar. Pero no es solo una cuestión de ubicación.

Marte tiene un ciclo día-noche similar al de la Tierra, una característica que facilitaría la adaptación humana; sin embargo, su atmósfera actual es muy distinta a la nuestra. Compuesta en su mayoría por dióxido de carbono, con trazas de nitrógeno y argón, la atmósfera marciana es demasiado delgada para proteger contra los impactos de meteoritos y la radiación solar.

El plan de Musk para hacer de Marte un lugar habitable se centra en terraformar el planeta. En términos simples, esto implica cambiar las condiciones ambientales para que se asemejen más a las de la Tierra. Una de las estrategias propuestas es “comprimir” la atmósfera para aumentar su densidad, lo que ayudaría a retener el calor solar y estabilizar la temperatura del planeta. Al aumentar la densidad de la atmósfera, se podrían cultivar plantas y, eventualmente, crear un ecosistema autosuficiente.

Múltiples lanzamientos, grandes objetivos

Para establecer una colonia permanente en Marte, SpaceX estima que necesitará alrededor de 1000 lanzamientos de Starship, distribuidos a lo largo de dos décadas. Este ritmo vertiginoso de misiones es necesario debido a la alineación de la Tierra y Marte, que ocurre solo cada 26 meses. Cada ventana de lanzamiento permite que las naves lleguen al planeta rojo con un menor consumo de combustible y en un tiempo óptimo.

En cada una de estas ventanas, se espera transportar grandes cantidades de materiales, desde equipos de construcción hasta sistemas de soporte vital, sin contar la tripulación. Según Musk, la idea es que cada vuelo de Starship pueda llevar hasta 100 toneladas de carga a Marte. De esta forma, el proyecto se iría consolidando poco a poco, con la construcción de las primeras bases y, eventualmente, ciudades completas.

“La clave para convertirnos en una civilización multiplanetaria es hacer que los viajes espaciales sean tan comunes como los vuelos aéreos”, ha señalado Musk en varias ocasiones. Para lograrlo, SpaceX se ha enfocado en diseñar motores eficientes y utilizando combustibles asequibles. Los motores Raptor de Starship queman oxígeno y metano líquidos, dos recursos que podrían obtenerse directamente de Marte, reduciendo así la dependencia de suministros terrestres.

Misiones a Marte: el gran reto

El camino hacia Marte está lleno de desafíos técnicos y logísticos. A pesar del entusiasmo de Musk, las primeras misiones tripuladas no llegarán antes de 2028, en el mejor de los casos. Hasta entonces, SpaceX planea lanzar hasta cinco naves no tripuladas hacia el planeta en los próximos dos años. Estas misiones tendrán como objetivo probar la capacidad de la nave para aterrizar de manera segura en la superficie marciana, además de llevar los primeros lotes de suministros y equipos.

Cada aterrizaje exitoso acercará un poco más a SpaceX a su meta de enviar a los primeros colonos. Pero incluso si se producen retrasos —algo común en proyectos de esta magnitud—, la compañía planea incrementar de manera exponencial el número de naves en cada nueva oportunidad de lanzamiento. Musk ha declarado que su objetivo es realizar hasta tres vuelos diarios, logrando así más de 1000 despegues al año. Esta frecuencia permitiría no solo enviar grandes cantidades de carga, sino también preparar la infraestructura para futuras misiones tripuladas.

El papel de SpaceX en la exploración lunar

Antes de Marte, SpaceX tiene un compromiso con la NASA para ayudar en el regreso de la humanidad a la Luna. Como parte del programa Artemis, SpaceX está desarrollando un módulo de aterrizaje lunar basado en Starship. Este módulo será clave para las misiones lunares planificadas para 2026, con el objetivo de transportar a astronautas y cargas pesadas a la superficie del satélite. Este esfuerzo también servirá como una prueba de fuego para las capacidades de Starship en condiciones extremas y marcará el inicio de una nueva era de colaboración entre SpaceX y la agencia espacial estadounidense.

Y aunque los desafíos son enormes, el progreso de la empresa nos invita a imaginar un futuro en el que establecer bases en Marte o viajar a otros planetas ya no sea ciencia ficción, sino una realidad cotidiana.

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