Qin Shi Huang fue el primer emperador de la llamada China unificada. Gobernó en el gigante asiático entre los años 221 y 210 a.C (fecha de su muerte). La tumba de este rey fue encontrada en nuestra era, en 1974, por un equipo de arqueólogos que trabajaba en lo que hoy es la provincia de Shaanxi, en lo que hasta hoy es uno de los hallazgos arqueológicos más importante de la cultura oriental.
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La tumba de Qin Shi Huang es una de las pocas que todavía no se ha abierto para ser investigada. Los arqueólogos temen indagar en el interior del sarcófago por temor a encontrarse con lo único que ningún investigador científico se quiere cruzar: una trampa milenaria.
De acuerdo con lo que informa IFLScience, esta tumba de 2.233 años de antigüedad podría contener una serie de trampas explosivas o químicas, que atentarían directamente la vida de quienes realicen el trabajo.
“Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara en la tumba. Se usó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtze y el río Amarillo, y el gran mar, y se puso a fluir mecánicamente”, dice un escrito realizado 100 años después de la muerte del emperador, encontrado en una excavación cercana a donde fue encontrado el sarcófago.
Pensaron que era un mito o leyenda
Al principio pensaron que se pudo haber tratado de un mito o leyenda. Sin embargo, en el 2020 realizaron estudios alrededor de la tumba de de Qin Shi Huang y detectaron una fuerte presencia de mercurio, sustancia relacionada a los explosivos.
“El mercurio altamente volátil puede escapar a través de las grietas que se desarrollaron en la estructura con el tiempo”, dijeron en ese entonces los autores de la investigación de hace más de 4 años.
Además, el sitio donde está la tumba, que todavía no ha sido removida de su ubicación original, podría contener un mausoleo con artefactos históricos que se podrían estropear con una explosión. Entonces, estudian la manera de poder entrar por otro lado para no activar las trampas explosivas.