Historias curiosas en el mundo de la ciencia sobran y más aún cuando involucran a animales en los experimentos. Y esta no es la excepción.
Sucedió en 1967, en el Laboratorio Nacional de Aceleradores (NAL, conocido como Fermilab), bajo la dirección de Bob Wilson, quien se embarcó en un importante proyecto: construir el acelerador de partículas más grande del mundo en Illinois.
¿Qué tiene que ver un hurón?
Este proyecto contó con un presupuesto de 250 millones de dólares, por lo que prometía revolucionar la física de partículas con un sincrotrón de protones de 200 gigaelectronvoltios.
Y mientras la rapidez marcaba el proceso de instalación de los imanes necesarios para dirigir y enfocar el haz de partículas en el Anillo Principal, un acelerador circular de 6,5 kilómetros, la teoría y la práctica se vieron a la cara.
En abril de 1971, tras finalizar la instalación de los imanes, un problema emergió: cortocircuitos a tierra en dos imanes, poniendo en riesgo el cronograma del proyecto.
A raíz de ello, el equipo decidió trabajar en turnos continuos e incluso los fines de semana, todo con el fin de reemplazar los imanes afectados y continuar las prueba, pero el problema no cedía y ya habían tenido que cambiar cerca del 35% de los imanes.
Hasta que se les ocurrió una solución poco ortodoxa: utilizar un hurón, llamado Felicia, para limpiar los residuos metálicos dispersos a lo largo del anillo principal.
¿El resultado?
Esta idea, propuesta por el físico Ryuji Yamada y ejecutada con la ayuda de un ingeniero inglés, Bob Sheldon, demostró ser una decisión inesperada pero efectiva en la historia de Fermilab.
La encontraron por medio de la Granja de Caza y Piel Salvaje en Gaylord, ubicada en Minnesota, que la vendió en 35 dólares. Felicia era tan pequeña que sólo medía unos 38 cm. Era hembra y tenía el melaje marrón con negro, junto a unas manchas blancas en su rostro.
Así, inspirados por una técnica de caza inglesa, el equipo de Fermilab implementó la idea de utilizar a Felicia para limpiar las astillas de acero inoxidable dispersas en el acelerador, un residuo de los trabajos previos.
La breve colaboración de Felicia
Con un collar y un pañal, Felicia fue entrenada para recorrer los tubos del Laboratorio de Mesones, arrastrando una cuerda que luego se usaba para limpiar los tubos con un hisopo.
Pero pese a los esfuerzos y el cariño del equipo hacia Felicia, la solución definitiva para el problema del Main Ring vino de un “hurón magnético” diseñado por el ingeniero Hans Kautzky.
Este dispositivo era disparado a través de los tubos con aire comprimido y equipado con un imán permanente, y logró limpiar completamente el acelerador.
En marzo de 1972, el acelerador alcanzó finalmente la energía de diseño de 200 GeV, marcando un hito en la historia de la física de partículas.
Mientras tanto, Felicia se retiró a una vida más tranquila hasta su fallecimiento en mayo de 1972, dejando tras de sí una historia de colaboración entre humanos y animales en la ciencia.