El “Experimento de Beal”, iniciado en 1879 por el botánico William James Beal, resistió el paso del tiempo a lo largo de 144 años, transformándose en un hito en la historia científica. Ahora, científicos de la Universidad Estatal de Michigan han desafiado las barreras del tiempo en un logro innovador.
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Beal, en su iniciativa pionera, enterró 20 botellas repletas de una combinación de arena y semillas de diversas plantas en un lugar confidencial dentro del campus universitario. Su objetivo primordial era observar la evolución de las poblaciones de plantas a lo largo del tiempo en un ciclo de control que se extendería durante dos décadas.
Estas botellas fueron enterradas boca abajo para evitar la acumulación de agua, estrategia crucial en este experimento que buscaba contribuir a la comprensión de cómo abordar las malas hierbas persistentes en el suelo, dado que en aquel entonces no existían los pesticidas.
¿Y cómo vamos?
Inicialmente, el plan era desenterrar una botella cada cinco años, pero actualmente este procedimiento se lleva a cabo cada 20 años. Recientemente, tras años de permanencia en el suelo, algunas semillas de la última botella desenterrada lograron germinar.
Para corroborar este fenómeno, un equipo de investigadores de MSU (Michigan State University) examinó los genomas de las plantas cultivadas para verificar si se alineaban con las descripciones originales de Beal.
El biólogo de plantas de MSU, Frank Telewski, expresa su sorpresa ante este acontecimiento: “La mayor sorpresa para mí es que las semillas germinaron de nuevo. Es increíble que algo tan antiguo pueda seguir creciendo”.
Este hecho resalta la asombrosa resiliencia y persistencia de las semillas que, a pesar del largo tiempo transcurrido, mantienen su capacidad para florecer y desarrollarse.