La disfunción eréctil (DE) representa un problema de salud en aumento que causa un impacto significativo en la calidad de vida (CV) de los hombres en todo el mundo.
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Según datos de la OMS, se estima que 322 millones de hombres en todo el mundo se verán afectados por la disfunción eréctil en 2025, un aumento de 152 millones de hombres respecto del año 1995.
El principal factor de riesgo asociado con la disfunción eréctil es la edad, y la prevalencia creciente de la disfunción eréctil está relacionada con el envejecimiento global de la población. Otros factores de riesgo asociados de forma independiente con la disfunción eréctil son la diabetes, la enfermedad cardiovascular (ECV), la depresión y la hipertrofia prostática benigna (HPB).
Las causas pueden ser variadas, tanto físicas como psicológicas. Sin embargo, existen opciones de tratamiento disponibles que pueden ayudar a abordar esta condición, por lo que es importante consultar a un experto en la materia. Pero por otro lado, existen algunas recomendaciones generales para lograr mejorar en este ámbito.
¿Qué dice la ciencia?
Realiza chequeos médicos habituales: Existen enfermedades que pueden provocar impotencia, y una de ellas, es el cáncer de próstata. Según Felipe Balbontín, Urólogo y Presidente de la Corporación Chilena contra el Cáncer de Próstata “El cáncer de próstata no presenta síntomas y con el envejecimiento de la población se ha hecho más frecuente. Pese a que esta enfermedad puede provocar impotencia en forma permanente, hoy en día existen tratamientos como la braquiterapia, que presenta una incidencia de impotencia sexual menor de 5% y ausencia de incontinencia urinaria en los pacientes”.
“Los grandes beneficios de esta técnica, es que a diferencia de la radioterapia externa que se realiza en 35 sesiones diarias de lunes a viernes, la Braquiterapia se realiza en una sola sesión. La caída de la dosis de radiación fuera de la próstata es rápida por lo que los tejidos de alrededor reciben escasa o nulas dosis de radioterapia. Además, una cirugía presenta una probabilidad de impotencia sexual entre 50 y 70% e incontinencia de orina al menos durante 2-3 meses”, explica Balbontín.
Evitar una presión excesiva: La ansiedad por rendimiento puede agravar la impotencia. Intenta evitar la presión excesiva sobre ti mismo, y logra establecer expectativas realistas en cuanto al rendimiento sexual.
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Aquí la comunicación con la pareja o incluso contar con apoyo psicológico es de suma importancia. El psicólogo se encargará de ofrecerte un tratamiento que tenga como objetivo ir trabajando cada una de las causas de la disfunción eréctil por medio de ejercicios y herramientas específicas como, por ejemplo, ejercicios de relajación, reestructuración cognitiva con lo que se busca eliminar los pensamientos irracionales que te están limitando, ejercicios que se tienen que realizar en pareja, etc.
En ocasiones, cuando se tiene una pareja estable, es necesario que ambos acudan a la terapia para resolver los conflictos que se estén produciendo entre ambos y que tengan mucho tiempo sin poder resolver y ayudarlos, así, a tener una mejor relación.
Equilibrio para tener una vida sana: Adopta una alimentación equilibrada y realiza ejercicio regularmente para promover una buena circulación sanguínea y mantener un peso saludable. Evita el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo y las drogas recreativas, ya que pueden afectar la función eréctil.
Ojo con la diabetes: En los hombres, la afectación sexual más habitual es la disfunción eréctil, que se produce entre 10 y 15 años antes en quienes padecen diabetes. El Dr. Moncada, urólogo del Hospital Sanitas La Zarzuela, explicó que podría aparecer los primeros problemas en edades tempranas si hay un mal control glucémico. Por eso, lo primero y más esencial es controlar la diabetes.
Alerta contra el estrés: El estrés puede contribuir a la impotencia, es por esto que es necesario aprender técnicas de relajación, como la meditación, la respiración profunda o el yoga, para reducir los niveles de estrés en tu vida.
Estudios, como los realizados en la Universidad de Atenas, por ejemplo, nos indican que el estrés es, sin lugar dudas, una de las causas que está detrás de la disfunción eréctil.