Las mentes brillantes no conocen de una identidad de género. Sin embargo, a lo largo de la historia hemos visto como en las diferentes instituciones científicas abunda el género masculino y hay una notoria discriminación hacia las mujeres.
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La tendencia ha ido cambiando en las últimas dos décadas. Las luchas de los movimientos feministas por la igualdad de derechos de la mujer ha logrado que el mundo abra los ojos ante esta discriminación, que no solo ocurre en las instituciones científicas.
Países como Argentina, avanzados en materia de inclusión, registran un incremento de mujeres científicas que han llegado a ocupar el 54% del padrón laboral.
La cifra, según estadísticas de la UNESCO es bastante generosa, ya que cuando se compara con los registros a nivel mundial, sólo hay 29.3% de mujeres en instituciones científicas. América Latina tiene un 45%, que explica un poco más las cifras de Argentina.
A pesar de contar con una importante cantidad de científicas trabajando en importantes organismos de investigación, en Argentina preocupa que la invisibilidad siga siendo un factor común en muchas áreas. De acuerdo con una reseña del portal web del diario Clarín, solo el 24.5% de ese 54% llega a puestos en los que se toman las decisiones.
“Las mujeres se concentran en la base de la pirámide”, reseña el Clarín en su publicación. La nota recoge el testimonio de tres mujeres que trabajan en organizaciones de investigación científica, importantes en Argentina.
Las tres cuentan como sufrieron la invisibilidad desde su época de estudiante, simplemente por ser mujeres.
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“Pasan todo tipo de situaciones, desde discriminación hasta violaciones. Es terrible, pero la verdad es que hay pocas denuncias y mucho silencio. Las mujeres no se animan por miedo a perder el trabajo. En algunos ámbitos ha ocurrido que las personas denunciantes son castigadas y no es raro ver que el violento o el abusador, por el contrario, gane una promoción o ascenso asociado a un traslado”, contó Fran Bubani, una mujer trans, ingeniera mecánica, magister y dra en ciencias de la ingeniería, a quien le frenaron el proyecto de un desarrollo de bombas de calor geotérmicas para calefaccionar las zonas patagónicas de manera sustentable.
La negativa del impulso amigable con el medioambiente ocurrió debido a que no era reconocida como mujer, requisito que se solicitaba para ese cupo. Afortunadamente, después de una denuncia y proceso de reclamo aprobaron su iniciativa.
Este sin duda es el ejemplo más visible de la discriminación que existe en algunas instituciones científicas. El desarrollo, importante y amigable para el medioambiente, estuvo a punto de ser descartado por un hecho discriminativo.
Entonces, si esto pasa en Argentina que tiene un 54% de mujeres trabajando en sus laboratorios, ¿cómo será la situación a nivel global?.