Diferentes investigaciones han apuntado a que la conducta sexual de nuestros antepasados, en este caso de los neandertales hace casi 40 mil años, era muy parecida a nuestros comportamientos durante el sexo, especialmente por anatomía.
Por ejemplo, un informe publicado en el sitio web de Muy Interesante recuerda un estudio de Laura Weyrich, antropóloga de la Universidad Estatal de Pensilvania, quien tomó muestras de sarro de fósiles neandertales y que permitieron descubrir que los neandertales se besaban, al encontrar la bacteria Methanobrevibacter oralis, que se encuentra en las bocas de los humanos actuales.
Sobre cómo eran sus genitales, saberlo es posible gracias a la secuenciación de su genética, un logro científico que ha sido reconocido con el Premio Nobel de Medicina de 2022.
Los científicos concluyen que los neandertales no heredaron el pene con púas de los chimpancés comunes y los bonobos, nuestros parientes vivos más cercanos, una característica asociada a especes promiscuas. Esto sugiere que nuestros antepasados eran monógamos.
Activos e incestuosos
Si bien el comportamiento de tener solo una pareja se extendió hace 40 mil años, estudios aseguran que la actividad sexual del neandertal era mayor que en la actualidad. Tenían el objetivo de asegurar una descendencia viable, lo que permitió que los homínidos colonizaran el planeta.
Además, partiendo desde esa misión, los investigadores sostienen que el incesto no era tabú en el Paleolítico superior, sino que debió ser una práctica normalizada y necesaria para ellos.
Con respecto a la práctica sexual, la anatomía de los neandertales descubierta permite entender cómo eran sus encuentros. Por la forma del cuerpo y la disposición de los órganos sexuales, los expertos sostienen que su posición predilecta era la del misionero, cara a cara.
Se cree que los humanos son los únicos que mantienen relaciones sexuales cara a cara, aunque algunos de nuestros parientes primates también utilizan esta postura sexual, inusual y esporádicamente. En definitiva, el misionero es una posición diferenciadora de nuestra especie, pero también lo fue para los neandertales.