La Segunda Guerra Mundial había terminado en Europa y solo Japón permanecía en la lucha, tras la rendición de Alemania entre las potencias del Eje. Estados Unidos, que perdió cientos de miles de soldados en el Pacífico desde 1941, esperaba ponerle fin al conflicto. En el cielo, el avión Enola Gay portaba una bomba nuclear: Little Boy. Hiroshima estaba en la mira.
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Eran las 8:15 de la mañana del 6 de agosto de 1945 y la primera de las bombas atómicas era lanzada por Estados Unidos.
En cuestión de minutos, la bomba generó una ola de calor de más de 4.000 °C en un radio de cerca de 4.5 kilómetros, de acuerdo con la BBC. Ese mismo día murieron entre 50 mil y 100 mil personas, producto de la explosión de Little Boy. Miles más quedaron heridos, y se desconocen cuántos tuvieron descendientes con problemas de salud por la radiación.
El Proyecto Manhattan y la bomba atómica
Estados Unidos trabajaba en el Proyecto Manhattan, liderado por J. Robert Oppenheimer y con el apoyo inicial de Albert Einstein, para hacerse con una bomba nuclear antes que lo lograra Alemania. Desde meses antes del final de la guerra en Europa, los norteamericanos sabían que los nazis no podrían contar con un arma de este calibre, pero no habría marcha atrás en la investigación.
Si no se usaba durante la guerra, serviría de una u otra forma para el conflicto que se avecinaba con la Unión Soviética.
Tras la muerte de Franklin D. Roosevelt el 12 de abril de 1945, Harry S. Truman asumió la presidencia de Estados Unidos. A él le correspondió ponerle punto final a la Segunda Guerra Mundial, aprobando el uso de dos bombas atómicas sobre Japón en agosto de ese año.
Pese a la solicitud de rendición incondicional, Japón permanecía en la lucha. Era el último tramo del expansionismo que desarrolló en los años 30, con crímenes innombrables contra civiles y militares chinos y coreanos. Lo que había iniciado como un paseo militar nipón terminaba en una resistencia inútil contra los aliados, con la población civil como principal víctima.
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Hiroshima y Nagasaki, los dos objetivos de Estados Unidos
Los norteamericanos escogieron Hiroshima, según explican Williamson Murray y Allan Millett en La guerra que había que ganar, porque la ciudad tenía “cierto valor militar, porque su puente en forma de T era un blanco perfecto y porque, que él (el general Curtis LeMay) supiera, no había en ella campos de prisioneros de guerra aliados”.
El 6 de agosto de 1945, el coronel Paul Tibbets pilotaba el Enola Gay, lanzando la bomba atómica sobre Hiroshima.
Little Boy pesaba 4.400 kilogramos, midiendo 3 metros de largo y 70 centímetros de ancho, con un cilindro de uranio 235 que chocaba contra el objetivo, desatando la fisión.
Tres días más tarde, y ante el silencio de las autoridades japonesas, los norteamericanos lanzaban una segunda bomba, esta vez sobre Nagasaki. Murieron entre 39 mil y 80 mil personas.
Japón se rendiría el 14 de agosto de 1945, firmando su capitulación el 2 de septiembre.
En dos días, entre 129 mil y 246 mil japoneses murieron por las dos bombas atómicas. Después de esto, la humanidad solo permaneció en vilo frente a una nueva mortandad de ese orden, y aunque estadounidenses, soviéticos y otras potencias desarrollaron armamento nuclear, no lo han vuelto a utilizar.
Por los momentos.