Benjamin Franklin encarna al espíritu del conocimiento, basándose en su curiosidad insaciable. Uno de los padres fundadores de Estados Unidos, no solo aportó a la política, sino también a la ciencia, con demostraciones e inventos que trascendieron a la historia.
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El bostoniano, nacido el 17 de enero de 1706, falleció el 17 de abril de 1790, a los 84 años de edad.
En palabras de María Lara Martínez para National Geographic, “con su carácter decidido y su ingenio, Franklin devino en el símbolo del ‘hombre hecho a sí mismo’, a la vez que revolucionaba todos los campos en los que se desarrolló su actividad, desde la investigación científica y la educación, hasta el periodismo y la política”.
“Dinámico, afable, pero también radical en sus ideas, Franklin es una de las figuras más simpáticas y atractivas de su época”.
Hagamos un repaso por cinco hechos trascendentales en la vida de Benjamin Franklin.
Los orígenes de Benjamin Franklin
Fue el 15° hijo de un total de 17 de la pareja conformada por Josiah Franklin y Abiah Folger. Josiah era un presbiteriano que huyó con su padre de la persecución de la monarquía inglesa contra los disidentes protestantes. La familia fabricaba velas, oficio en el que tuvo que ayudar Benjamin desde los 10 años, teniendo que dejar la escuela. A los 12, se unió a la imprenta de su hermano mayor, James.
La vena periodística
En la imprenta aprendió no solo a producir libros o folletos, sino también a forjar su amor por la lectura. A los 15 años publicó sus primeros artículos en un periódico fundado por su hermano. Cuando tenía 17 años se fue a Nueva York y luego a Filadelfia, trabajando en una imprenta. Un año más tarde viajaría a Londres para mejorar sus conocimientos como impresor.
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Mientras que sus compañeros iban a la taberna a beber, Benjamin se quedaba en el taller leyendo. Ya de vuelta a Filadelfia, compró La Gaceta de Pensilvania, que sirvió no solo para informar, sino para ilustrar a sus conciudadanos.
Un inventor nato
La curiosidad que se arraigó en la vida de Franklin desembocó en varios inventos. El más notable es el pararrayos, demostrando su utilidad al amarrar una llave a una cometa durante una tormenta: los rayos fueron hacia el objeto de metal. Luego vendrían otras creaciones o mejoras que también permanecieron en el tiempo, como:
Las farolas en las calles: perfeccionó las existentes, fabricándolas con cuatro paneles planos y un embudo en la parte superior, para que saliera el humo.
Las gafas bifocales. Hizo cortar sus lentes por la mitad, y cada una la pegó a la mitad del otro. Así unía en una sola las gafas para ver de cerca y para ver de lejos.
El catéter urinario flexible. Su hermano James sufría de cálculos en la vejiga: en lugar de usar los tubos rígidos de metal, Benjamin creó uno flexible, menos doloroso de insertar.
La armónica de vidrio o cristal, era un soplador de vidrio que recreaba música. Ya para el siglo XIX este invento había sido olvidado.
La estufa de Franklin: una chimenea forrada de metal, que permitía que el calor del fuego se mezclara con el aire más rápidamente, generando más calor en los duros inviernos norteamericanos. Producía, además, menos humo que la chimenea tradicional.
Aletas para nadar: eran piezas ovaladas de madera para las manos que daban un empuje adicional en el agua.
Benjamin Franklin y la revolución norteamericana
El bostoniano es considerado uno de los padres fundadores de Estados Unidos, influyendo en la redacción de la Declaración de Independencia, junto con Thomas Jefferson y John Adams. También buscó ayuda en Francia para la lucha, que resultó determinante para derrotar a los británicos.
Contribuyó con la redacción de la Constitución del naciente país, además de presidir la Sociedad para Promover la Abolición de la Esclavitud, aunque la terrible institución no sería derogada sino hasta bien entrado el siglo XIX, requiriendo incluso una guerra civil.
La familia de Franklin
Benjamin Franklin falleció el 17 de abril de 1790, a los 84 años de edad, víctima de pleuritis. Se había casado a los 17 años con Deborah Read, de 15 años entonces. Tuvo dos hijos legítimos (uno, Francis, que murió a los 4 años de edad, otra, Sarah, que le dio siete nietos) y uno fuera del matrimonio.
Su salud siempre estuvo afectada por la obesidad y la psoriasis, pero el buen humor nunca le abandonó, así como el ánimo de aprender, experimentar y buscar el mayor beneficio para la humanidad.