Veinte días les tomó a Brian Jones y Bertrand Piccard cumplir con su objetivo, que muchos consideraban imposible. Solo cuando el globo en el que viajaron aterrizó sobre el desierto de Egipto les creyeron: dieron la vuelta al mundo sin paradas. Lo lograron.
El 21 de marzo de 1999, Jones y Piccard finalizaron su odisea en el Breitling Orbiter 3. ¿Cómo ocurrió todo?
El inglés Jones y el suizo Piccard (nieto de August Piccard, el primer hombre que vio la curvatura de la Tierra en globo) ya habían intentado dos veces volar alrededor del mundo en globo sin escalas, en 1997 y 1998. Sus dos globos se llamaron Breitling Orbiter, pero ambas pruebas resultaron inconclusas.
No obstante, los aventureros aprendieron la lección, consolidando para la tercera edición el desarrollo de un sistema técnico confiable, además de una estrategia de vuelo.
Armonizar con la naturaleza, pero siempre de la mano de la tecnología
“Los seres humanos siempre quieren controlar la naturaleza, pero volar alrededor del mundo en globo implica armonizar con ella, siguiendo el ritmo del viento”, señaló Piccard en una entrevista.
Jones y Piccard resolvieron viajar a 30 mil pies, unos 9.144 metros, aprovechando velocidades de vientos de hasta 160 kilómetros por hora, sobre todo a través del océano Pacífico.
Este globo fue diseñado y construido por Cameron Balloons, una empresa de Bristol, Inglaterra. Cuando estaba completamente inflado, alcanzaba los 55 metros de altura, con quemadores y equipos en su estructura superior.
La tela de nylon estaba soldada a una membrana hermética al helio, cubierta con una piel protectora externa recubierta a su vez de aluminio, para garantizar un control térmico.
De acuerdo con el Museo Nacional del Aire y el Espacio Smithsonian, que hoy cuenta con la góndola del Breitling Orbiter 3, el resultado del diseño y construcción es un globo que permanece a una altitud constante, conservando el helio y haciendo posible permanecer en el aire durante largos períodos.
Utilizando gas propano de 28 cilindros de titanio, se alimentaban los seis quemadores del globo.
La góndola fue hecha con tejido de Kevlar y material de fibra de carbono. Tras el despegue, la cabina se selló a 6.000 pies (1.828 metros) para atrapar el aire. La atmósfera de la cabina contaba con oxígeno y el dióxido de carbono se eliminó con filtros de hidróxido de litio.
La aventura de Piccard y Jones en globo alrededor del mundo
Piccard y Jones partieron del pueblo alpino suizo de Chateaux d’Oex el 1 de marzo de 1999, aterrizando en el desierto egipcio el 21 del mismo mes.
Los tripulantes pasaron casi tres semanas en un espacio pequeño, casi del tamaño de un automóvil. La rutina diaria era estar ocho horas en los controles, ocho horas trabajando en conjunto y otras ocho horas descansando en la litera individual.
Las temperaturas en la cabina a veces eran tan bajas que el agua potable se congelaba, teniendo que astillarse el hielo lejos de los circuitos electrónicos, relata el Museo Nacional del Aire y el Espacio Smithsonian.
Jones sufrió un resfriado y Piccard tuvo que hacer autohipnosis para luchar contra la depresión.
¿De qué se alimentaron los aventureros? Una vez que comieron alimentos frescos en los primeros días, terminaron consumiendo comidas deshidratadas.
Finalmente, aterrizaron en un punto del desierto de Egipto, el Oasis de Bawiti, a 300 kilómetros al oeste de El Cairo, luego de recorrer 46.759 kilómetros.
Habían viajado desde Suiza hacia el sureste con rumbo al este, sobre el norte de África, Arabia, la India, el sur de China, el Pacífico, América Central (donde sufrieron con los vientos), el Atlántico, Libia y Argelia, hasta su punto final.
“Cuando Neil Armstrong pisó la Luna, estaba feliz de estar tan lejos. Cuando nosotros pisamos el desierto, estábamos felices de volver a poner nuestras huellas en la Tierra”, contó Piccard.