Parecería que la vacunación es algo muy nuevo, de un par de años atrás apenas. Pues las vacunas se han vuelto parte de nuestras conversaciones cotidianas y de nuestras vidas casi desde que inició la pandemia.
Aunque en realidad las vacunas tienen una historia mucho más larga, que es además una historia de éxito: no nada más para ese desarrollo biotecnológico, sino para la humanidad.
Que las vacunas salven vidas, se debe por supuesto a la aplicación de conocimientos científicos sobre los microorganismos patógenos y el funcionamiento del sistema inmune.
Pero en realidad las vacunas no serían exitosas, sin la vacunación, de esto hemos visto recientemente los esfuerzos logísticos de países enteros, algunos con mejores resultados que otros.
Sin embargo, además de esta parte de desarrollo científico y de logística para la vacunación, nada tiene éxito sin que las personas quieran vacunarse. Y también hemos sido testigos de cómo eso es lo que falla.
Por un lado muchas personas muestran renuencia a vacunarse porque tienen dudas sobre la seguridad y efectividad de las vacunas. O incluso porque pueden tener temores asociados a la forma de administrarlas, es decir con una inyección.
Ojos que no ven, vacuna que no se siente
La situación en que las personas no quieren ser vacunadas porque temen el dolor que eso les producirá, es mucho más común cuando somos pequeños.
Por esta razón la compañía farmacéutica, especializada en vacunas, Sanofi Pasteur, desde hace un par de años inició un proyecto para que los niños se sintieran más cómodos al vacunarse.
Para eso propusieron el uso de anteojos de realidad virtual cuando se administran vacunas: así los niños y adolescentes pueden elegir entre diferentes videos y experiencias, que contribuyan a disminuir el estrés y la ansiedad, antes, durante y después de la vacunación.
Usar realidad virtual en tratamientos pediátricos hasta ahora ya se ha probado con pacientes que tienen que someterse a procedimientos más largos o complicados: como tomografías o sesiones de rehabilitación. Pero apenas hace poco se ha considerado usarse en la vacunación.
Con esto se busca lograr no solo que los niños y adolescentes se sientan más cómodos en este tipo de situaciones, sino que además eso contribuya a que sus pares conozcan que la experiencia de la vacunación no es mala y eso aumente las intenciones de vacunación.
Realidad virtual para decidir
Además de la propuesta de Sanofi Pasteur, de usar realidad virtual para disminuir la ansiedad o el estrés que puede causar cualquier vacuna, ya sea un niños o en adultos, este tipo de intervenciones pueden ir más allá.
Recientemente un grupo de investigadores de la Universidad de Copenhague revisó los beneficios que puede tener el uso de experiencias inmersivas de realidad virtual con personas que dudaban sobre vacunarse contra el covid-19.
Para eso diseñaron un estudio en el que participaron 500 voluntarios adultos que no habían recibido ninguna vacuna contra covid-19 y que no habían decidido si lo harían.
Los participantes fueron parte de una experiencia inmersiva de realidad virtual en la que recibieron información sobre las vacunas y sus beneficios personales y comunitarios.
Los resultados, publicados en la revista especializada Vaccine, indican que este tipo de intervención con realidad virtual, sí contribuye a aumentar la intenciones de vacunación de las personas.
Pero por lo pronto ya sea que tengan a la mano anteojos de realidad virtual o no: siempre que puedan y les corresponda vacúnense.