¿Existe la mejor pizza del mundo? No lo sabemos. Siempre va a ser una opinión sujeta a la apreciación del consumidor o usuario. Sin embargo, es cierto que hay algunas que ganan popularidad en la mayoría de las personas. Este es uno de los alimentos más populares del mundo, mismo que muchas personas han intentado hacer en casa, pero con resultados muy diferentes al que conseguimos en un restaurante.
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La pizza casera, así sea en manos de un habilidoso de la cocina, siempre queda con la sensación de que le falta un toque. Incluso hay restaurantes que también generan esta percepción. Quizás es la magia que tiene este alimento de dioses, que aunque sea muy bueno, siempre puede mejorar.
Por lo tanto, un equipo de científicos, pizzalovers como todos los que estamos aquí, obviamente, describen que hay un par de ajustes químicos que se pueden ejecutar para intentar llegar hacia la “pizza perfecta” si es que existe tal cosa.
La pizza: simple alimento de dioses
Todos conocemos lo que se necesita para hacer una pizza. Hay que juntar harina para hacer una base de pan, colocar una salsa a base de tomates y el infaltable queso. Después, pueden aparecer los añadidos que van dándole el gusto que el consumidor quiera agregar a su paladar. Pero como base están los tres primeros ingredientes.
Y aunque muchos se disponen a seguir las recomendaciones y recetas al pie de la letra, la pizza no queda igual. Entonces, aparece el testimonio publicado en Slash Gear, de Peter Reinhart, profesor de repostería en la Universidad Johnson & Wales.
El letrado expresa un par de simples ajustes que llegan para darle un giro inesperado a tu presencia en la cocina, mientras creas una pizza. Dice el experto que el secreto está en la preparación de la masa, y aunque hayas escuchado esta fase en millones de oportunidades, probablemente nunca antes te habían dado este consejo.
La harina, después que se unió con el agua para la creación de la masa, tiene reacciones diferentes al dejarlas asentándose dentro de un refrigerador. No es recomendable utilizarla de una vez, como hacen muchos cocineros.
Otra clave está en el horno. En lugar de iniciar la cocción a temperatura lenta con el horno frío, los expertos recomiendan calentarlo a más de 500 grados y después bajarla a los niveles recomendables al momento de meter la pizza.
Esto último, detallan en el portal citado, genera un efecto diferente en los aminoácidos, azúcares y almidones que dejan el espectáculo de sabores que estabas esperando para tu paladar.