El Día Internacional de las lenguas de señas, es una iniciativa promovida por la Organización de las Naciones Unidas, para dar visibilidad a las personas que las usan para comunicarse.
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Esta conmemoración, se celebra desde 2018, hace relativamente poco tiempo, aunque en realidad la historia de las lenguas de señas es mucho más larga.
Las lenguas de señas son muchas no solo una, así como existen idiomas diferentes como el español, el alemán, el ruso, que tienen diferentes signos, sintaxis y gramática, así existen diferencias entre las lenguas de señas.
Por eso se les considera lenguas naturales: porque igual que las lenguas orales, también tiene propiedades lingüísticas.
Aunque son usadas principalmente por las personas sordas, también las personas oyentes podemos aprenderlas.
A final de cuentas sí tenemos nuestro sentido del oído o no, seguimos siendo parte del mundo; y como nos muestran los siguientes ejemplos, no poder escuchar no quita la curiosidad de querer conocerlo.
Annie Jump Cannon
Esta astrónoma estadounidense que vivió entre 1863 y 1941, fue la primera persona en desarrollar una clasificación para las estrellas.
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Antes de ella, los astrónomos notaban ciertas diferencias y similitudes entre las estrellas que observaban, pero Annie Jump Cannon fue la primera en sistematizar una organización para los diferentes tipos de estrellas, de acuerdo a su características espectrales.
Annie estudió física y cuando tenía alrededor de 30 años contrajo escarlatina, una infección bacteriana que le afectó los oídos y que poco a poco la fue dejando sorda. Pero continuó su trabajo como investigadora, específicamente como astrónoma y en 1901 publicó su primer catálogo con las clasificaciones estelares que se siguen usando.
Henrietta Swan Leavitt
Esta astrónoma norteamericana, que vivió entre 1868 y 1921, no solo fue contemporánea de Annie Jump Cannon, sino que colaboró durante un tiempo con ella.
Además de su interés por la astronomía, compartían una circunstancia de vida: ambas se habían quedado sordas como resultado de una enfermedad que sufrieron en su juventud.
Durante su carrera como astrónoma, Henrietta se dedicó a estudiar las estrellas variables y pudo encontrar que había estrellas que tenían periodos de luminosidad que variaban con el tiempo, como las cefeidas.
Kathleen Ollerenshaw
Fue una matemática británica, que vivió una muy larga vida, pues nació en 1912 y falleció en 2014, un poco antes de cumplir 102 años. De niña tuvo una infección que la dejó completamente sorda a los 8 años
“Nunca aspiré a ser una profesional de las matemáticas, ni a ser algún tipo de profesional. Si eres sorda, estás contenta de “arreglártelas”, de seguir el ritmo de los demás en una clase normal y no ser señalada como perezosa, distraída o solo lenta”.
Pero afortunadamente, pudo aspirar a mucho más: obtuvo un doctorado en matemáticas y luego fue profesora en la Universidad de Manchester.
Se le reconoce por un dilema matemático relacionado con los cuadrados mágicos aritméticos.
Ruth Benedict
Esta antropóloga estadounidense, que vivió entre 1887 y 1948, comenzó a quedarse sorda desde muy pequeña, después de contraer sarampión.
Antes de que su madre se diera cuenta de que no escuchaba bien, en la escuela consideraban a Ruth como una niña indisciplinada y que no ponía atención, cuando simplemente no oía.
En la universidad, Ruth primero estudió inglés y se dedicó a escribir biografías de mujeres, pero posteriormente se interesó en la Antropología y estudió un doctorado al respecto en la Universidad de Columbia.
Quizá su interés en esta ciencia se debió a la forma que la hacía entender el mundo y sentirse parte de él, como dijo una vez: “El propósito de la antropología es hacer que el mundo sea seguro para las diferencias humanas”.