Un 20 de abril, pero del año 2010 se registró una de las tragedias más importantes generada por la industria del petróleo. Un total de once personas murieron tras una explosión en la plataforma Deepwater Horizon, en el Golfo de México. Además de las pérdidas humanas, este desastre significó el derrame de cuatro millones de barriles del «oro negro» hacia el mar; de los mayores vertidos de este componente en la historia. Una catástrofe que hasta el sol de hoy siguen padeciendo múltiples especies de la zona marina que comparten México, Estados Unidos y Cuba.
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Así lo demuestra un reciente estudio, realizado por investigadores liderados por la Academia de Ciencias de California. Según lo reseña Daily Mail, los expertos centraron su análisis en las ostras, en las cuáles hallaron una elevada tasa de metaplasia. Este componente, producto de la actividad petrolera, es capaz de instalarse en los tejidos de los animales y en su sistema digestivo.
Entonces, compararon unos 38 especímenes de ostras, en el Golfo de México, con otras de regiones oceánicas no afectadas por este derrame petrolero. El trabajo de los investigadores del instituto de California, fue realmente complejo, debido a que no hay muchos registros de estas especies marinas antes de la tragedia de abril del 2010. Esta misma característica hace que sus resultados, aunque son publicables y considerables, no sean 100% certeros.
En un 60% de las ostras orientales del Golfo de México, encontraron elevada presencia de metaplasia. Mientras que, en las extraídas de un lugar llamado Bahía de Chesapeake, no encontraron ningún tipo de componentes extraños o externos. Algo que sorprende mucho a los expertos es cómo siguen viviendo las ostras en las zonas afectadas por la actividad petrolera.
¿Cómo sobreviven las ostras de la zona del derrame?
Es la gran pregunta de los científicos. «Las diferencias que encontramos entre las ostras fueron devastadoras. Los de la Bahía de Chesapeake tenían hermosas branquias ciliadas, que utilizan para ayudar a filtrar las partículas de alimentos, mientras que algunos de la Costa del Golfo no tenían cilios en absoluto», dijo la profesora Deanne Roopnarine de la Universidad Nova Southeastern (NSU), según Daily Mail. «Cuando vi eso pensé, ¿cómo se alimentan y sobreviven estos animales?», añadió.
Una de las teorías es que la vida marina de la región tropical se adaptó a sobrevivir con la actividad y consecuencias que genera la extracción del petróleo.
La investigación tiene como objetivos dos aspectos específicos. En primer lugar, que se tome conciencia para estudiar de manera más profunda el daño de la actividad petrolera en los océanos. De esta manera, sabiendo las consecuencias, se podrían obtener mejores prevenciones y soluciones.
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«Mientras sigamos extrayendo petróleo de los océanos de nuestro planeta, continuaremos exponiendo los ecosistemas costeros a la contaminación», expresó el curador Peter Roopnarine. Y en segundo lugar, estos resultados expuestos con muestras quedan como referencia para futuros investigadores.
«Es de esperar que este estudio y sus muestras, que ahora están almacenadas en las colecciones científicas de la Academia para que las utilicen los futuros investigadores, conducirán a una mejor comprensión de cómo los derrames de petróleo están afectando directamente a esas comunidades», finalizaron.