Las vacunas han pasado a formar parte de nuestra conversación cotidiana desde hace unos meses, quizá desde hace un año, cuando empezamos a escuchar que serían nuestra salida a la pandemia por covid-19.
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Aunque todavía falta mucho para que la pandemia termine, las vacunas contra el coronavirus son una realidad y han demostrado que no solamente son seguras sino efectivas.
Pero algo que no hemos visto todavía es un antiviral completamente eficaz para detener el covid-19. Entonces tal vez te preguntes: ¿son lo mismo un antiviral y una vacuna? ¿Por qué no podemos usar antibióticos para tratar el covid-19?
Antibióticos
Los antibióticos son medicamentos que se usan para tratar infecciones causadas por bacterias patógenas.
El término antibiótico -que quiere decir “contrario a la vida”-, fue propuesto en 1942 por el bioquímico estadounidense Selman Waksman, sin embargo la historia de estos tratamientos farmcológicos viene de mucho más atrás.
Su historia moderna inicia en 1910 cuando el bacteriólogo alemán Paul Ehlrich sintetizó el salvarsán una sustancia que atacaba al Treponema pallidum, la bacteria que causa la sífilis.
La sífilis en esa época era una enfermedad muy extendida, así que el desarrolló de este antibiótico marcó un hito en la historia de la medicina.
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Ehlrich consideraba que compuestos como el salvasán debían funcionar como “balas mágicas”: que fueran letales contra el microorganismo que quería atacar, pero no con el cuerpo.
Luego, en 1928, el médico británico Alexander Fleming encontró otra de esas “balas mágicas”: la penicilina, sustancia que aisló del hongo Penicillium notatum, de ahí su nombre.
Sin importar si se obtienen en el laboratorio o se aislan de una fuente natural, los antibióticos actúan sobre algunas estructuras o funciones de las células de las bacterias.
Por ejemplo, algunos antibióticos actúan sobre las paredes y membranas celulares, lo que deja desprotegidas a las bacterias; otros interfieren con su reproducción.
Antivirales
Los antivirales son sustancias que actúan para neutralizar infecciones por virus. Aunque podrían sonar muy parecidos a los antibióticos, son totalmente diferentes.
La principal diferencia es que los virus no están vivos: necesitan a nuestras células para reproducirse. Entonces, los antivirales no buscan destruir los virus sino inhibir esos procesos.
Por esta razón es más complicado contar con medicamentos antivirales. Es más difícil encontrar una “bala mágica”, pues cuando atacamos al virus, estamos atacando de una u otra forma a la célula anfitriona.
Así, la historia de los antivirales sea mucho más reciente: los primeros -usados para atacar el virus del herpes-, se desarrollaron los años 1960.
Estos primeros antivirales se lograron por el método de ensayo y error: ver cuáles sustancias podían actuar sobre los virus y cuáles no.
Desde que hay más conocimientos de genética en general y del genoma de los virus en particular, se han diseñado antivirales mejor dirigidos. Como los que se usan para tratar eficazmente las infecciones por el virus de inmunodeficiencia humana, VIH.
Vacunas
A diferencia de un medicamento que actúa cuando está presente la infección, las vacunas son preventivas. Existen vacunas tanto para infecciones virales, como el covid-19 o bacterianas, como la tuberculosis.
Ahora hemos escuchado mucho de cómo se producen las vacunas e incluso de sus fases de estudios clínicos para probar su efectividad y seguridad.
Con las vacunas se desarrolla inmunidad: con un fragmento o un microorganismo atenuado, nuestro sistema inmune se “entrena” para enfrentar al microorganismo completo.
Así, si tenemos contacto después con ese microorganismo, nuestro cuerpo sabe actuar y neutraliza la infección con rapidez o incluso ni siquiera se produce.
Viviendo en medio de una pandemia, es importante que tengamos claras estas diferencias. Y que ante cualquier duda sobre su tratamiento, consultemos a un profesional de la salud.