Para muchos podrá parecer un trabajo sencillo y en ocasiones poco interesante. Pero la verdad es que el hallazgo de un fósil, por parte de paleontólogos, es tan emocionante como el de una nueva estrella en el sistema solar. Ambos dan una mirada de cómo era el pasado en su región del universo y lo más importante: hacia dónde vamos.
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Y por lo general un fósil; restos de huesos o cráneos, genera un montón de información sobre todo lo que hacía ese animal o persona, incluso revela la forma en como se alimentaba. Ahora, imaginen todo lo que puede decir un cerebro intacto. Esa es la emoción que tiene un equipo internacional de científicos, liderados por expertos de Universidad de Nueva Inglaterra (UNE, por sus siglas en inglés.
Se abre un universo de posibilidades, no solo por el buen estado del cerebro en este fósil, sino además por la cantidad de años que le calcularon: 310 millones de años. Los restos pertenecen a un tipo de cangrejo herradura. Y de hecho hay mucha similitud en este viajero del tiempo y los ejemplares de hoy en día. Esto último sorprende con demasía a los científicos, debido a que, a lo largo de la historia, este animal ha registrado una larga lista de cambios morfológicos, reseña el portal de la UNE.
Una obviedad que refleja el portal de la casa de estudios, y que es necesaria señalarla, es que los tejidos blandos rara vez se conservan como fósiles. Por lo general esto es trabajo de las estructuras óseas, y en el caso de los cangrejos, las conchas.
¿Cómo se conservó este fósil?
En primer lugar, los responsables de este estudio reiteran que es muy extraño ver un tejido blando, como el cerebro, fosilizado. Es tan inusual que en la ciencia, las teorías no son tan claras cuándo hablan de la evolución del cerebro de cualquier especie. Aunque si hay algunos registros que hasta ahora siguen siendo gratos «accidentes» haberlos encontrado.
Entonces, la clave que los científicos detallan sobre este descubrimiento, y la razón que lo hace tan especial, es el conservante en el que hallaron este fósil de cerebro de cangrejo de herradura.
«La mayor parte de nuestro conocimiento limitado sobre los cerebros de artrópodos prehistóricos se deriva de inclusiones de ámbar o depósitos fósiles de tipo Cambrian Burgess Shale. El ámbar, o resina de árbol fosilizada, a menudo contiene una variedad de organismos atrapados como insectos, preservando los detalles más intrincados. Utilizando tecnología de imagen sofisticada, los científicos podemos estudiar estas criaturas sepultadas, incluidos sus diminutos cerebros», dijo el Dr. Russell Bicknell, de la UNE.
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De igual forma tienen cierta dificultad y estancamiento para avanzar en el estudio. Esto debido a que «los artrópodos más antiguos en ámbar solo se remontan al período Triásico, hace unos 230 millones de años», añade Bicknell.
Existe otro tipo de conservantes con los que han podido trabajar y conservar un fósil de aproximadamente hace 500 o 520 millones de años. Sin embargo, además de no tener información de tejidos blandos, tiene presente un químico y el cangrejo encontrado, añade uno nuevo que fascina a los investigadores.
Los tipos de fosiles
«Estos fósiles de tipo Burgess Shale son muy importantes ya que representan algunos de los animales más antiguos de la Tierra y pueden informarnos sobre sus orígenes y la historia evolutiva más temprana», expresó el Dr Bicknell.
Finalmente, una de las grandes conclusiones del equipo base en Nueva Inglaterra, es que los artrópodos, a diferencia de otras razas, son capaces de mantenerse de otra manera, mucho más duradera.