Dos tercios de los cultivos que alimentan al mundo dependen de la polinización de abejas, pero esta ha ido descendiendo en los últimos tiempos. Por ello, un profesor de la Universidad de Maryland creó un pequeño dron polinizador, parte de un ejército de abejas mecánicas.
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Yiannis Aloimonos, profesor de Ciencias de la Computación, trabaja en el desarrollo de RoboBeeHive, una colmena artificial que alberga a pequeños drones dentro de un dron más grande. La colmena, según explica el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Maryland, se adherirá a un árbol para soltar a los pequeños drones.
Con la Inteligencia Artificial volarán de manera autónoma, transportando polen entre plantas. Si el clima no es bueno para el vuelo, vuelven a la colmena tras recibir un mensaje.
Así trabajan las abejas en la vida real
Las abejas, de acuerdo con la Bioenciclopedia, tienen una estructura larga denominada probóscide. Con ésta toman el néctar de las flores. Miles de abejas conforman una colonia, y la “sociedad” se divide en tres tipos:
- Reina, cuya función es poner huevos, reproducirse, hacer crecer la colonia.
- Obreras: hembras estériles que limpian el panal, recogen el polen y cuidan a las crías. Son clave en la recolección.
- Zánganos: machos todos, solo se aparean con la reina. Es su único trabajo.
Al recolectar el néctar y el polen, estos llevados al panal, donde se genera y almacena la miel. Existen 20 mil especies de abejas agrupadas en 9 familias, pero no todas producen miel.
Los apicultores se encargan de recoger el producto de las abejas, agrupándolo y distribuyéndolo para su comercialización.
Los polinizadores de Maryland y la Inteligencia Artificial
En el caso de los drones polinizadores de Maryland, utilizan una “percepción activa”, permaneciendo en movimiento para obtener una mejor comprensión de su entorno. Así recopilan datos que les sirven para su vuelo.
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“El problema que surge cuando desarrollas drones tan pequeños”, explica Aloimonos, “es que debes tener computadoras en la parte superior y cámaras y sensores”.
“Puedes poner sensores en grandes drones que pueden desarrollar un (mapa de) espacio tridimensional y estimar distancias de objetos alrededor. Pero no se les puede poner en esto”.
“La idea general es que, si quieres hacer estas operaciones, tener operadores humanos es costoso”, dijo Nitin Sanket, miembro del equipo. “Se necesita mucha capacitación, y la otra cosa es que, si se despliegan 1.000 drones, se necesitan 1.000 operadores, lo que no siempre es posible. Por eso queremos que sean lo más autónomos posible; lo hace más barato, más rápido y más eficiente en todos los sentidos”.
Pero más allá de la polinización, el profesor Aloimonos plantea el uso de los pequeños drones para detectar grietas de construcciones, o ayudar en operaciones de búsqueda y rescate. Posee, cada uno, dos cámaras que otorgan una visión de 360 grados.
“La inteligencia artificial ha ganado prominencia en los últimos cinco años”, recalca Sanket. “Eso nos ha ayudado a hacer cosas que antes no eran posibles a esta escala. Podemos tener la capacidad de hacer cosas que hacen los drones más grandes, pero con un software más minimalista”.
El impulso de los drones en la vida diaria
Los científicos de la Universidad de Maryland son financiados por la Sergey Brin Family Foundation, llamada así en honor a uno de los fundadores de Google, que se graduó de la universidad en 1993. La meta de esta fundación es impulsar el uso de drones.