Desde 2009, el 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos, una iniciativa promovida por la Organización de las Naciones Unidas.
Como muchos otros días internacionales que promueve la ONU, esta fecha se dedica con la intención de hacer conciencia sobre alguna problemática en particular.
En este caso, es para recordarnos la importancia que tienen los océanos en nuestra vida y la del planeta.
Aunque tal vez, si no vivimos cerca de una costa, no pensemos mucho en ellos todo el tiempo, los océanos, que cubren más del 70% de la superficie del planeta, son vitales por muchas razones.
Pulmones marinos que ya no pueden respirar
Las plantas, con la fotosíntesis, aprovechan la luz del Sol para transformar el dióxido de carbono del aire en carbohidratos y también oxígeno que liberan a la atmósfera.
Pero aunque las plantas terrestres son muy importantes en ese proceso, en realidad los bosques y selvas no son los principales “pulmones” del planeta.
El fitoplancton marino -formado por un conjunto de microorganismos fotosintéticos-, en realidad es el encargado de producir hasta el 85% del oxígeno atmosférico que hay en la Tierra.
Cualquier variación que afecte a los ecosistemas de los océanos, tiene una repercusión importante en ese proceso vital, que además consume dióxido de carbono atmosférico: algo que necesitamos para evitar el avance del cambio climático.
Así que como vemos, el problema se vuelve un poco circular: el cambio climático afecta a los océanos y entonces ellos no nos pueden ayudar a mitigar los efectos del cambio climático.
Océanos más cálidos
Los seres humanos hemos cambiado el clima de la Tierra desde hace siglos: pero sobre todo desde los inicios de la Revolución Industrial cuando comenzamos a usar combustibles fósiles que aumentaron la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.
El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero, esto quiere decir que ayuda a conservar la temperatura.
Este hecho no es malo: gracias a la cantidad moderada de este gas en la atmósfera es que nuestro planeta tiene un clima adecuado para la vida.
El problema ha sido aumentar esa concentración favoreciendo un aumento de temperatura global, en la tierra y en los océanos también.
Aunque el agua tiene la capacidad de absorber el calor y evitar cambios drásticos de temperatura, es inevitable que los océanos del mundo se hayan vuelto más cálidos.
Esas variaciones pueden ser mínimas, lo cual no quiere decir que no afecten a los animales marinos y por supuesto, a los microorganismos que conforman el fitoplancton y producen oxígeno.
Por si esto fuera poco, al aumentar la temperatura del agua, esta disuelve menos oxígeno, lo que por supuesto perjudica a todas las especies marinas, que necesitan oxígeno para vivir.
Agua más ácida
Una mayor cantidad de dióxido de carbono no solamente aumenta la temperatura de los océanos: el CO2 se disuelve en el agua y reacciona con ella.
Esa reacción produce ácido carbónico, además de carbonatos y bicarbonatos, que modifican el pH del agua marina, en un proceso que se conoce como acidificación de los océanos.
Como los organismos marinos están adaptados para vivir en ciertas condiciones de temperatura y pH, estos cambios les afectan.
La acidificación de los océanos ha causado la destrucción de arrecifes de coral, que además, por sí mismos son ecosistemas marinos muy diversos, así que su destrucción es grave no solo para los corales, sino para muchas otras especies.
Estas son solo algunas formas en que el cambio climático afecta a los océanos, pero podríamos encontrar muchas otras señales.
De algunas vemos efectos tal vez más cercanos: como que el aumento de la temperatura de los océanos cause tormentas más severas e inundaciones más frecuentes.
Así que quizá es momento de que pensemos un poco más en los océanos y no solo cuando vamos de vacaciones a la playa.