Esta semana el gobierno de Japón anunció que comenzará la liberación al océano Pacífico, del agua tratada proveniente de la central nuclear de Fukushima, que dejó de funcionar hace 10 años, después de un terrible accidente.
Fukushima Dai-ichi
Fukushima I o Fukushima Dai-ichi, era una central nuclear que producía electricidad usando seis reactores, que empezaron a funcionar en la década de 1970.
El 11 de marzo de 2011 se registró un sismo de magnitud 9.1, con epicentro en el océano Pacífico, muy cerca de Fukushima.
Cuando en la central nuclear se detectó el sismo, muchos sistemas de seguridad comenzaron a funcionar para detener los reactores, pero eso no fue suficiente.
El sismo causó un tsunami, con olas de aproximadamente 14 metros, que llegaron a la costa y arrasaron con todo lo que encontraban a su paso.
Los edificios de Fukushima resistieron, pero la inundación destruyó el sistema eléctrico de emergencia que mantenía los reactores en enfriamiento.
Eso ocasionó que el combustible radiactivo alcanzara temperaturas tan altas, que prácticamente derritió los reactores y causó explosiones, en al menos tres de ellos.
Agua para enfriar reactores
Una vez que se pudo acudir al sitio del accidente, lo primero que se hizo fue lo mismo que se hace en un incendio: arrojar agua sobre ellos, para enfriarlos lo más posible.
Y es que el agua es un compuesto muy útil y particular, porque puede absorber mucha cantidad de calor, sin que suba mucho su temperatura.
Por esa razón también, en el diseño de los reactores nucleares se usa agua para enfriar el combustible radioactivo, uno de los sistemas que falló en Fukushima.
En muchas centrales nucleares, el agua que ha estado en contacto con sustancias radioactivas se recupera, se trata y se regresa al mar.
En el caso de Fukushima, para terminar de enfriar los reactores fundidos, se utilizaron muchos millones de litros de agua, que se han guardado todo este tiempo, pero pronto no habrá suficiente espacio para almacenar más.
Tritio
Como parte del plan para desmantelar por completo la central nuclear, se ha propuesto comenzar a desalojar poco a poco el agua tratada de Fukushima.
Al agua se le han retirado elementos radioactivos como los isótopos de cesio, 134 y 137, pero en ella permanece algo que es prácticamente imposible de quitar: el tritio.
Este es un isótopo del hidrógeno, el mismo que forma parte de la molécula de agua, H2O, solo que podríamos decir que es su hermano radioactivo: al ser el mismo elemento, se incorpora a las moléculas de agua, dando como resultado agua radioactiva.
Todos los isótopos radioactivos, son así porque tienen núcleos muy inestables y cuando se desintegran, emiten energía.
Ese proceso de desintegración es muy largo para algunos radioisótopos: por ejemplo el plutonio que quedó del accidente de Chernóbil, tardará más de 6000 años en desintegrarse, mientras que el tritio, solo un poco más de 10 años.
Además el tritio produce una radiación de muy baja energía: puede ser detenida incluso con una hoja de papel.
Estas características hacen que el tritio no sea especialmente tóxico para ninguna forma de vida: ni para los peces de las costas japonesas, ni para las personas que los comerán.
Además hay que considerar que el vertido se hará a lo largo de años para diluir la cantidad de tritio que se añada al ambiente.
Y si nos preocupa la contaminación radioactiva, en realidad la peor parte ya sucedió en las semanas que siguieron al accidente.
Así que tal vez la noticia de liberar agua radioactiva al mar, puede sonar como el inicio de una historia en la que un monstruo prehistórico radioactivo surge del agua para atacar Tokio, pero si quieres ver algo de eso, tal vez sea mejor que vayas al cine.