Si vives en México o Chile, debes ser común para ti escuchar noticias sobre sismos, bueno en realidad si vives en cualquier parte de la Tierra, porque este planeta tiene muy pocos lugares en los que no ocurren terremotos.
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Ya sea que hayas experimentado un temblor en directo, o simplemente conozcas noticias de ellos, es posible que recuerdes haber leído o escuchado algo como: “se registró sismo de 5.2 grados en la escala de Richter”, porque los sismos se miden en grados Richter, ¿o no?
Si haces una búsqueda rápida en Internet, encontrarás noticias sobre sismos que sí incluyen la frase “grados Richter”, mientras que habrá otras con “escala Richter”.
Pero si haces una revisión cuidadosa, notarás que la mayoría no menciona ni a los grados, ni a Richter.
Cómo empezó todo
La escala Richter, se la debemos al físico y sismólogo estadounidense Charles Francis Richter, que la desarrolló junto con Beno Gutenberg, en 1935.
En ese momento ambos eran investigadores del departamento de sismología del Instituto Tecnológico de California, Caltech y estaban buscando una forma de determinar la magnitud de un terremoto.
Al hacer esta escala, Richter tenía en mente encontrar algo que se pudiera informar de forma exacta y simple en la prensa, cuando hubiera un terremoto.
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Esta escala nació entonces, no solo con la intención de describir cuantitativamente los sismos, sino también con el fin de comunicar eso de manera efectiva.
Para lograrlo, Richter y Gutenberg diseñaron la escala de magnitud local, ML, a la que después se le llamó popularmente escala de Richter.
Esta es una escala logarítmica, es decir que entre uno y otro de sus valores no hay la misma separación, sino que aumenta exponencialmente: así un sismo de magnitud 3, es 10 veces mayor que uno de magnitud 2; y uno de magnitud 4 es 100 veces mayor al de 2.
Los grados Richter no existen
En los ejemplos anteriores no me faltó escribir la palabra grados, simplemente no la puse porque la forma en que se definió esta escala hace que no tenga sentido hablar de “grados Richter”.
Sí, ya sé, lo has escuchado tantas veces que piensas que no es posible que sea algo incorrecto, pero lo es.
Los grados tienen sentido en una escala en que la separación entre valores es equitativa: como en la escala de temperatura Celsius o centígrada, en donde hay la misma distancia entre cada valor; lo que no pasa en una escala logarítmica, como la Richter.
Así que cuando se usaba esta escala para medir los sismos, lo más correcto era decir “se registró un sismo con magnitud de 7.1 en la escala de Richter”, sin grados, ni nada más.
Cuando se usaba, porque desde hace muchos años ya no se usa.
Pero resulta que los sismos no son iguales en todos los lugares de la Tierra, por las características geológicas de cada lugar.
Así que aunque tuvo un uso muy extendido, casi hasta 1980, poco a poco los sismólogos de otras partes de EE. UU. y del mundo se dieron cuenta que esta escala no siempre era adecuada para describir los sismos, además de que no funcionaba bien para medir sismos de magnitudes superiores a 6.9.
Una escala para medirlos a todos
En 1979 surgió la escala de magnitud de momento, MW, definida por los sismólogos Thomas C. Hanks, de EE. UU. y Hiroo Kanamori, de Japón.
Esta escala toma en cuenta la energía liberada durante un sismo, lo que es más útil para hacer comparaciones.
Además, sigue funcionando bien para medir sismos con magnitudes grandes, por lo que ahora es la escala más usada en el mundo: la usan el Servicio Geológico de EE. UU., USGS; el Servicio Sismológico Nacional de México y también el Centro Sismológico Nacional de Chile.
También es una escala logarítmica, como la Richter, por lo que tampoco aquí se habla de “grados”, simplemente se dice: “se registró un sismo de magnitud 7.1”.
Aunque parece que la idea de Charles Richter, de hacer una escala adecuada para las noticias, ha hecho que su nombre quede asociado para siempre con la medición de los temblores y por eso es común seguir encontrando referencias a la escala Richter.
Pero entonces, la siguiente vez que estén en un terremoto: no corran, no griten, no empujen y no pregunten: “¿de cuántos grados Richter fue?”.