Una de las mayores tragedias de nuestros tiempos es que se nos caiga alguno de nuestros dispositivos electrónicos.
PUBLICIDAD
Lo levantamos del piso con mucho cuidado y lo que más deseamos es que su pantalla esté intacta. Y tristemente, no siempre es así.
Sabemos que cuando eso pasa, es el fin: vemos muy poco o nada de lo que sucede en el dispositivo y también es posible que la pantalla ya no reconozca nuestros clics, sobre ella.
Entrada y salida
Nuestros celulares y otros dispositivos electrónicos, en estricto sentido son computadoras: máquinas digitales que están programadas para seguir instrucciones y dar un resultado a su usuario.
Y como toda computadora, un celular tiene una parte tangible: el hardware, y una intangible, el software.
El software consiste en los datos que guarda el dispositivo y los comandos de su sistema operativo y otros programas, con lo que va a interpretar las indicaciones que nosotros le damos.
Para recibir nuestras indicaciones, todas las computadoras necesitan algo que funcione como entrada de las instrucciones o datos que le da el usuario: un teclado, por ejemplo.
PUBLICIDAD
Y para darnos el resultado, las computadoras también deben tener algo que funcione como salida, como una impresora o una pantalla.
En el caso de los dispositivos electrónicos portátiles que usamos todos los días la pantalla funciona como salida y entrada: con ella le indicamos a nuestro celular que queremos abrir TikTok y ahí mismo se reproduce la interminable lista de videos de esa aplicación.
Historia de las pantallas touch
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que las pantallas táctiles o touch, pertenecían a la imaginación de los autores de ciencia ficción.
Y aunque el uso generalizado de este tipo de pantallas en dispositivos móviles, tenga apenas un par de décadas, en realidad se inventaron hace mucho más tiempo.
A mediados de la década de los 1960, Eric Johnson, un ingeniero británico, que desarrollaba radares, buscaba una forma más cómoda o intuitiva de que los usuarios pudieran comunicarse con las computadoras, así que diseñó una pantalla que respondiera al tacto de los dedos.
Estas pantallas touch, diseñadas por Johnson y los ingenieros del CERN, eran capacitivas, igual que las que tenemos ahora en nuestros celulares y tablets, pero no fueron las que se popularizaron primero de forma comercial.
Samuel Hurst, físico estadounidense, a mediados de las década de los 1970, inventó y patentó las pantallas touch resistivas, que fueron las que se utilizaron en muchas computadoras y otros dispositivos por varias décadas.
En la punta de tus dedos
Tanto en la tecnología capacitiva, como en la resistiva, lo que se hace es que la pantalla recibe un impulso eléctrico en la zona donde la tocamos.
Cuando tocabas una pantalla resistiva lo que hacías es que dos capas debajo de ella entraban en contacto: cerrabas el circuito y así se mandaba la señal de entrada a la computadora.
Como las pantallas touch resistivas responden a la presión, se podían hacer funcionar con el dedo o con algún lápiz u otro objeto,
En general este tipo de pantallas eran baratas de hacer, tal vez por eso prevalecieron mucho tiempo, pero también por su diseño en el que tenían capas de diferentes materiales, resultaban ser más opacas que una pantalla normal.
Las pantallas touch capacitivas también necesitan conducir corriente eléctrica para mandar la señal de entrada, pero en este caso tus dedos son los que cierran el circuito.
Los seres humanos somos buenos conductores de la electricidad, así que solo necesitamos tocar la pantalla suavemente, para que esta reciba la señal eléctrica de que algo pasa ahí.
Por eso no hay necesidad de hacer presión, pero también por eso es que no puedes usar tu celular si traes guantes y pasan cosas muy raras si lo usas con los dedos mojados.
Y algo que ya sabías: las pantallas touch capacitivas son muy transparentes, pero también muy delicadas, porque las capas que las forman son de vidrio. Así que sigue cuidado que no se te caiga el celular.