La Luna es el objeto espacial más cercano a la Tierra, y de cualquier forma en términos humanos está bastante lejos: a más de 300,000 km de distancia.
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De cualquier forma, su relativa cercanía nos ha permitido conocerla bien, y hasta visitarla, pero aún descubrimos cosas en ella que nos sorprenden.
Tú diste luz al sendero, en mi noche sin fortuna
Aunque quizá esta es la primera vez que lees sobre que la Luna tiene una cola, en realidad los astrónomos saben que existe desde hace más de 20 años.
En 1998 un grupo de investigadores de la Universidad de Boston, que estaba haciendo observaciones de la lluvia de meteoros de las Leónidas, encontró algo inesperado: una enorme cola de partículas que emanan de nuestro satélite natural.
Ya para entonces se sabía que si bien la Luna no tiene atmósfera, si está rodeada de materiales que continuamente se evaporan de la superficie.
Lo que no se sabía era que esos materiales no escapan al espacio sin más, sino que pueden estar dirigidos por el viento solar, tal como pasa con las colas de los cometas.
Como un rayito de luna
De entre los materiales gaseosos que rodean la Luna, en algo como una muy tenue atmósfera, sabemos que hay átomos de sodio, los cuales son fáciles de identificar a la distancia, por métodos espectroscópicos.
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La espectroscopía, es una técnica que también se usa para identificar sustancias en la Tierra, pero que se puede usar a distancia para reconocer qué elementos están presentes en la atmósfera de un planeta lejano o de la misma Luna.
Tenemos la fortuna de que el sodio es uno de esos elementos muy fáciles de identificar a través de esa “huella química”, que se detecta con la espectroscopía.
Cuando se encontró por primera vez esta cola de átomos de sodio en realidad no se estaba buscando nada en la Luna, pues incluso la observación se hizo durante la fase de luna nueva, cuando nos es imposible verla desde la Tierra, por su posición.
Suspendidos, en un rayo de luna
Ahora sabemos que cada mes, durante esa fase cuando no vemos a nuestro satélite, ocurre este fenómeno, que expulsa a los átomos de sodio del regolito, el suelo lunar.
El viento solar y los fotones que emite nuestra estrella son los principales responsables, pero ahora sabemos que los meteoroides que chocan continuamente con la Luna, influyen en la intensidad de la cola que se forma.
Tal como ocurre con los cometas, la cola lunar va en dirección opuesta al Sol, pero además en este caso, la gravedad de la Tierra, la atrae y dirige hacia nosotros.
Así que cada mes cuando no vemos a la Luna, nuestro planeta es atravesado por ese tenue rayo de sodio lunar, sin que podamos verlo, ni tampoco cause realmente ningún efecto en el planeta o la vida.
Pero si lo piensan bien, es casi poético: de vez en cuando vivimos suspendidos en un rayo de luna.