Se llamaba Seqenenre Taa II y fue ejecutado en pleno campo de batalla. No importaba si era el faraón, el hombre que guiaba a su pueblo. Murió a manos de sus contrarios, enardecidos tras el combate.
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Era una horrible muerte para cualquiera, pero muy deshonrosa para un noble.
Pasaron más de 3.500 años desde su asesinato y la tecnología hoy nos revela varios detalles sobre el fin de Seqenenre Taa II. Sus restos, descubiertos en 1886, fueron sometidos a un estudio de tomografía computarizada.
Sahar Saleem, profesor de radiología de la Universidad de El Cairo, estuvo al frente de la investigación. “Esto sugiere que Seqenenre estaba realmente en primera línea con sus soldados”, señala el experto.
Pero ¿cómo murió el faraón guerrero?
Los soldados enemigos rodearon al líder. Entre varios lo atacaron: le dejaron un tajo enorme en la frente, cortes alrededor de sus ojos y mejillas, y una puñalada en la base del cráneo.
La crudeza de la guerra, sin duda.
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La historia del faraón destrozado por sus enemigos
Seqenenre fue gobernante del sur de Egipto entre 1.558 y 1.553 antes de Cristo. Se enfrentó a los Hyksos, que controlaban el norte de la región y pedían tributo al sur.
El faraón guerrero se negó, incluso argumentando una queja del rey de los Hyksos. ¿Qué decía este personaje? Que los hipopótamos de Seqenenre lo perturbaban, por lo que destruiría la piscina sagrada donde estaban.
Cosas de la época, pero estas excusas habrían significado el fogonazo definitivo.
Los Hyksos vencieron y no solo acabaron con Seqenenre, sino con su sucesor inmediato, Kamose.
Tras la batalla, el cuerpo sin vida del faraón fue embalsamado. A finales del siglo XIX, los arqueólogos lo hallaron. Y ahora, a principios del siglo XXI, recibió la mirada científica para analizar su triste muerte.
Los expertos utilizan rayos X, apunta Live Science, desde varios ángulos. Así pueden reconstruir los golpes sufridos por el faraón, cuya cabeza fue hallada desprendida del cuerpo.