Tener vacunas efectivas y seguras contra el coronavirus ha sido una buena noticia para terminar 2020, pero debemos tener claro que apenas se trata de los primeros pasos encaminados al fin de la pandemia.
Una de las complicaciones es contar con las condiciones adecuadas para su distribución y conservación: por ejemplo las de Pfizer y Moderna necesitan temperaturas muy, muy bajas.
Vacunas ultrafrías
Comparten algo más: están basadas en ácido ribonucleico, ARN, la molécula que contiene las instrucciones genéticas del coronavirus.
Solo usan un fragmento de esa información: un gen, que son las instrucciones que indican cómo fabricar la proteína espiga, la que ayuda al coronavirus a entrar a nuestras células.
Esa novedosa aproximación acortó el tiempo de su diseño, sin embargo tiene la desventaja de que el ARN es una molécula muy frágil.
Para estabilizar el ARN, en la vacuna esos genes van envueltos en nanopartículas de lípidos, o sea gotitas de grasa, pero también necesitan mantenerse a temperaturas muy bajas de modo que permanezcan efectivas.
No todas las vacunas son creadas iguales
En menos de un mes de uso se ha comprobado lo complicado que es mantener la cadena de frío de las vacunas de ARN: en un hospital de Wisconsin un empleado sacó algunos frascos de la vacuna del refrigerador y esas dosis ya no se pudieron usar.
Estas complicaciones serán menores con vacunas que tienen otro diseño, como la de Oxford-AstraZeneca que está en camino de tener un uso extendido en el mundo.
Esta vacuna también usa un gen del coronavirus para provocarnos la respuesta inmune, pero resuelve su estabilidad usando otro tipo de envoltorio, algo que se llama un vector viral. Los vectores virales en esta vacuna son un tipo de adenovirus.
Esos adenovirus pueden causar otras enfermedades, como gripes comunes, pero se modifican de modo que no lo hagan y así solo sirven para transportar al gen del coronavirus dentro de nuestras células.
Adenovirus al rescate
También las vacunas Sputnik V, hecha en Rusia y la de CanSino hecha en China, usan adenovirus.
Una de sus ventajas más notables es que las vacunas de vectores virales son mucho más estables y será más fácil mantener su cadena de frío.
Por ejemplo, la de AstraZeneca, que ya está aprobada para uso de emergencia en Reino Unido, necesita temperaturas de refrigeración: entre 2°C y 8°C. Eso ayudará a que sea más eficiente su distribución y aplicación.
Estas son mejores noticias para empezar 2021, porque la pandemia no ha acabado y necesitamos toda la ayuda, de todas las vacunas que podamos tener.