Sé que suena algo extraño hablar de «calidad de vida» al referirme a las nuevas consolas de Microsoft, la Xbox Series X y Xbox Series S, pero lo hago desde el contexto de la experiencia de usuario, en comparación a la generación que nos deja.
Gráficamente estamos muy conscientes de lo que son capaces, por sus potentes especificaciones técnicas, con una CPU Zen 2 de 8 núcleos (7nm), una GPU a 12 TFLOPS (4 en la Series S), 16 GB de RAM (10 GB en la S) y una NVME SSD de 1 TB en caso de la Series X y la mitad en la Series S. Pero todo eso no significa nada si no se traduce a algo tangible, algo «del mundo real».
Ambas consolas son capaces de correr juegos con ray tracing, que es un sistema de iluminación que, en palabras muy simples, hace que todo se vea más realista al simular los rebotes de los rayos de luz sobre las superficies. Esto, en el mundo de los computadores es, actualmente, muy poco accesible, sobre todo si lo quieres correr a resolución 4K, como es en el caso de la Series X y hasta 2K (QHD, 1440p… etc) en la Series S. Ya con ese argumento, muchos de los más fijados en lo técnico entregaron su corazón a esta nueva generación de consolas.
Otra de las cosas impresionantes que muestran estas consolas es poder correr juegos a 120 cuadros por segundo de manera estable, con resolución dinámica eso sí. Ahora bien, hay que tener un televisor capaz de aquello y hoy en día representan el mercado de la gama media alta hacia arriba. Aún así, están llenas de estos detalles que la «blindan» para el futuro.
El I/O
Si a nivel técnico quieres conocer las diferencias entre la X y la S, tienes que preguntarte cuánto te importa jugar en resolución 4K nativa (si no tienes una TV de al menos 55 pulgadas, no vale mucho la pena), cuánto te importa la unidad de lectura de discos, que solo está en la X, cuánto te importa el tamaño de la consola -la S es fantásticamente pequeña y ligera, mientras que de la X ya hablaremos- y cuánto te importa el almacenamiento base, porque la S tiene la mitad de la X, 500 GB. Fuera de eso, la experiencia es la misma.
Y es en ese aspecto donde queremos poner especial énfasis: la experiencia. Sucede que todo corre muy rápido y la integración de la aplicación de Xbox en el celular es muy completa. Aún existen los teclados en pantalla, pero rápidamente puedes abrir la app y llenar todo ahí más cómodamente, como también jugar de manera remota con un control bluetooth conectado al móvil. El orden de tu biblioteca de juegos, bajar cosas y más, todo es posible desde el smartphone, de manera ultra simplificada. Incluso los pantallazos y videos que saques se van automáticamente a la nube, cosa que puedas hacer lo que quieras con ellos en la palma de tu mano.
Series X/ Series S/ One X
Características como Quick Resume son la guinda de la torta, porque sumado a que los tiempos de carga se han reducido de manera impresionante: pasar de cargas de tres minutos en la Xbox One X a 50 segundos en la Series X hace que cambiar entre títulos sea casi instantáneo ¿Pero para qué quiero eso? Yo pensaba lo mismo, pero sucede que si estoy dándole de forma regular a un RPG, el juego no necesita pasar por el proceso completo de menús y tales para dejarme jugar inmediatamente, solo basta con unos 15 segundos de espera y ya, me deja exactamente donde estaba. Si llega un amigo y queremos jugar FIFA o Madden, lo mismo, unos segundos y ya estamos ahí eligiendo equipo. En mis pruebas siento que depende de los títulos, pero aguanta entre cinco o seis en la memoria.
Físicamente el control es mejor que el de la generación pasada, con un cuerpo ligeramente más grande, gatillos menos puntiagudos y con un texturizado muy bien pensado para sesiones largas de juego. Sí, aún usa baterías (o pilas), lo que a la larga puede ser mejor porque duran más y con el paso de los años no se va degradando la autonomía. A eso, súmenle un mejor pad direccional y tenemos el que será, para muchos, el mejor mando que hay en consolas hoy en día.
Siguiendo en el apartado físico del asunto, la Xbox Series X es un aparato que se deja ver. No es tu típica consola que se puede fundir en el fondo. Es un monolito del alto del antebrazo de un hombre adulto, con el ancho de dos y media Xbox One X. Lo que sí es que es bien simétrica y elegante en su propio estilo. Por cierto, no he logrado hacer que suene, al menos no de manera perceptible con los títulos disponibles, lo que me parece un avance fantástico en comparación a toda la generación pasada, que con juegos más exigentes parecía que fuera a desplegar unas alas y salir volando por la ventana.
El nuevo mando, ahora con botón de compartir
Toda la experiencia se vuelve redonda con Game Pass, que es el atractivo más grande que tiene la compañía hoy en día a mi parecer. Esta plataforma de pagos mensuales con más de 100 juegos a tu disposición y donde se agregan títulos cada mes, incluyendo los exclusivos de Microsoft Studios, que cada día parecieran ser más, es un golazo. Eso, sumado a la alta retrocompatibilidad de las consolas, estamos frente a un sistema que puedes disfrutar en tu PC, en tu sillón o donde se te ocurra y sea compatible.
Cada paso, cada decisión, y muy en diferencia a lo que fue el lanzamiento de la Xbox One, va dirigido a que la experiencia del usuario sea mejor, con centro en los juegos, entendiendo todo lo demás como herramientas que deben aportar a este círculo.
Siento que, por primera vez, y al menos fuera de Estados Unidos, Xbox tiene con qué plantar cara a la competencia, con una propuesta de valor clara y potencia dirigida hacia el jugador, quien siempre debe ser el centro de este universo.
La Xbox Series X cuesta CLP $529,990 (MXN $13,999) y la Xbox Series S cuesta CLP $319,990 (MXN $8,499).