Un estudio que lideró un grupo de científicos de la Universidad de Yale encontró el potencial causante de la obesidad infantil. Relacionan esta peligrosa condición con la inflamación del cerebro justo en la parte sujeta a la comida. Entonces realizaron resonancias magnéticas con la intención de detectar las coincidencias.
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En el estudio que reseña Daily Mail, los científicos estudiaron los cerebros de aproximadamente 5 mil niños. Lo hicieron a través de una novedosa técnica que imprimen dentro de una resonancia magnética. Gracias a este método fueron capaces de identificar la inflamación en las zonas de estudio de interés.
Entonces encontraron que el inusual exceso de masa en la zona relacionada con la alimentación, lleva a los niños a comer en mayores cantidades. Hasta el punto que describieron que los infantes o jóvenes ingresan en un «círculo vicioso».
La actuación del cerebro en la obesidad infantil
Esta parte del cerebro está identificada como núcleo accumbens. Desde esta región cerebral se emite una señal que describen como una especie de golpe. Entonces el niño siente la necesidad de consumir alimentos. Este «golpe» ocurre con mayor intensidad hacia la comida chatarra.
El beneficio que se obtiene con este estudio es que los científicos abarcan una mayor población para un pronóstico. Es decir quienes no muestren sobrepeso todavía, se puede identificar por la inflamación en esta zona del cerebro. Entonces pueden atacar el problema de inmediato con orientaciones dietéticas.
Los niños que fueron sometidos a este estudio ya tenían problemas de obesidad. Sin embargo un año después fueron examinados y habían aumentado de peso dramáticamente. Uno de los autores del estudio, el Dr. Richard Watts aseguró que se tenían indicios de la relación entre la inflamación y la obesidad. Solo que hasta ahora no habían confirmado de manera científica la condición.
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«Un hallazgo aún más impresionante fue que la densidad de células en esta región predijo aumentos en la circunferencia de la cintura y el índice de masa corporal un año después», dijo Kristina Rapuano, becaria postdoctoral de psicología en Yale y primera autora del estudio.