El estudio del cerebro ofrece cada día nuevas perspectivas, y ahora es el turno del estrés postraumático. De acuerdo con investigaciones del University College de Londres, el padecerlo puede derivar en demencia.
Para alcanzar este punto se realizó un metanálisis de datos mundiales relacionados con el estrés postraumátrico y el riesgo de demencia.
Los científicos británicos analizaron 13 estudios en todo el mundo, con datos de casi 1.7 millones de personas. El seguimiento se hizo durante 17 años.
El resultado principal es que las personas que sufrían del estrés postraumático tenían más del doble de probabilidades de experimentar demencia al final de la vida. La clave está en recibir tratamiento a tiempo, lo que podría reducir el riesgo de demencia.
¿Qué son el estrés postraumático y la demencia?
De acuerdo con el portal Medline Plus, el trastorno de estrés postraumático es una enfermedad mental que se desarrolla tras sufrir algún evento que genere un trauma. ¿Qué tipo de eventos? La guerra, un desastre natural, un accidente automovilístico o una agresión sexual, según definen los expertos.
Por su parte, la demencia es la pérdida progresiva de las funciones cognitivas por daños o desórdenes cerebrales. Genera la incapacidad para la realización de las actividades de la vida diaria.
La Organización Mundial de la Salud apunta que la demencia afecta a 50 millones en todo el planeta. Cada año se registran 10 millones de nuevos casos: entre un 5 y 8% de la población de 60 años o más sufre la enfermedad.
Se espera, de acuerdo con la OMS, que para 2030 se alcancen las 82 millones de personas con demencia. Para 2050 esa cifra ascendería a 152 millones.
¿Cómo se relacionan ambas enfermedades?
Los investigadores británicos aún no determinan de qué forma se relacionan el estrés postraumático con la demencia. No obstante, consideran que deben tomarse en cuenta los efectos crónicos del estrés en la salud del cerebro.
El trastorno “sigue siendo un estado de salud mental subdiagnosticado, subtratado e investigado, con graves consecuencias a largo plazo”. La palabra es del doctor Vasiliki Orgeta, autor principal del estudio.
“Una pregunta importante es cómo y si podríamos aprender de estos hallazgos para desarrollar tratamientos preventivos para las personas que tienen riesgo elevado de sufrirla”.