Cuando la explosión de Beirut se llevó a cabo, muchas personas pensaron de inmediato que se trataba de algún tipo de bomba atómica gracias a la forma de hongo que surgió desde esta. Y es que no hemos tenido referencias de explosiones similares que terminen en esa forma.
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Pero es importante aclarar que esta explosión no fue atómica ni de cerca, así que queda la duda: ¿Cómo es posible que haya tenido esa forma?
No es una forma exclusiva
Para empezar, la fuerza de las bombas atómicas, incluso de las de antaño que detonaron en Hiroshima y en Nagasaki es muchísimo más destructiva que la explosión de Beirut. De haber sido una bomba atómica, básicamente no habría ni sobrevivientes ni edificaciones alzadas aún.
El asunto de la forma de hongo resultante de la explosión es a causa de la atmósfera, la cual no discrimina en cuanto a el material o causa de la explosión, mientras esta crezca de manera vertical.
Cuando esta explosión se llevó a cabo, esta se originó inicialmente gracias a la generación de una burbuja de calor, la cual logró hacer que el aire se expanda y que crezca de manera vertical.
Es ahí que al crecer hacía el cielo, esta se encontró con la presión atmosférica, la cual no permitió que siguiera creciendo verticalmente y, por ende, esta se comenzó a expandir hacía los lados y caer de manera vertical desde el centro de la explosión.
Es por eso que pudimos ver una forma de hongo con los eventos que ocurrieron en Líbano, aunque esta desapareció relativamente rápido.
Es por eso que se crea la forma de hongo, lo cual también es cierto cuando hablamos de las bombas atómicas, pues la fuerza de estas sale verticalmente también y se ve frenada por la fuerza atmosférica que impide que suba más.