Sabemos que el planeta entero se encuentra en pleno aislamiento motivado por la pandemia del coronavirus. Sin embargo, si cuando termine toda esta pesadilla, estás planeando un viaje al Amazonas o cualquier selva tropical de Brasil, es necesario que anotes otra de las tantas especies venenosas con las que te puedas encontrar. Seguramente has leído algo sobre las cecilias. Se trata de un grupo de anfibios sin extremidades que suelen confundirse con serpientes. Es decir un gusano gigante que no representaba ningún peligro. Pues recientemente, biólogos estadounidenses y brasileños descubrieron que pueden ser venenosos.
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Los profesionales de la fauna tropical de la zona, encontraron glándulas orales en las cecilias anilladas. Este animal puede alcanzar los 43 centímetros, aproximadamente. Es precisamente esta característica la que hace que se puedan confundir con las serpientes. Ahora tienen una nueva razón para ganarse un lugar en la familia de las culebras, aunque el descubrimiento las mantiene dentro de los anfibios.
En dichas glándulas orales, los biólogos, hallaron un líquido en la mandíbula superior e inferior. Explica el portal Daily Mail, que este líquido es tóxico. Asimismo es utilizado por el animal para neutralizar a su presa, que por lo general son termitas, ranas o lagartijas. Sus dientes producen una enzima que produce el veneno parecido al de una serpiente cascabel.
Los anfibios: una familia de inofensivos según los biólogos
El Dr. Edmund Brodie Jr. de la Universidad Estatal de Utah en los Estados Unidos, explica parte del papel que juegan los anfibios en su hábitat. «Pensamos en los anfibios como básicamente inofensivos», expresa el biólogo. «Sabemos que varios almacenan secreciones venenosas y desagradables en su piel para disuadir a los depredadores. Pero saber que al menos uno puede infligir lesiones en la boca es extraordinario», añade Brodie Jr.
Aparte de Brasil, las cecilias se pueden desarrollar en ambientes tropicales presentes en Asia y África. Algunos pueden ser acuáticos y otros se desenvuelven sobre superficies terrestres como los descubiertos en Brasil. Los biólogos no los ubican ni en los gusanos, ni en las serpientes. «Su biología es una caja negra llena de sorpresas«, manifestó Carlos Jared biólogo del Instituto Butantan en São Paulo, Brasil.