Conocemos muchas cosas sobre el espacio, e incluso también cosas de otros planetas, ¿pero qué tanto sabemos de la Tierra realmente? Bajo esa premisa, durante la segunda mitad del siglo XX, un grupo de soviéticos comenzó a llevar a cabo el proyecto Kola Superdeep Borehole, el cual tenía como misión principal conocer la composición terrestre y dilucidar varios misterios que este cuerpo celeste al que llamamos hogar contiene en su interior.
PUBLICIDAD
¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué empezaron a hacer hoyos en la tierra después de la Segunda Guerra Mundial? Y sobre todo, ¿qué demonios encontraron allá abajo? Esas son las preguntas que pretendemos responder en un pequeño resumen de la iniciativa más curiosa que he visto en mi vida.
La Tierra a 12 kilómetros
El proyecto Kola Superdeep Borehole (excelente nombre para un mutante de X-Men) consiste en un conjunto de agujeros realizados en la Unión Soviética desde 1970 hasta 1989, a pesar de que todo requería seguir hasta 1993, apuntan nuestros amiguitos de Xataka.
El orificio principal lleva por nombre la denominación del proyecto, no obstante, la rama más honda de todo esto se llama Kola Superdeep Borehole SG-3, la cual tiene una profundidad de 12.262 metros desde la superficie hasta su punto final.
Todo esto fue realizado por un taladro de grandes magnitudes, el que contiene tres rotores en su punta (lo puedes ver en la foto de abajo). Estos dispositivos removían el material hacia arriba mientras creaban la perforación, sin embargo, en cierto punto la tarea se volvió demasiado pesada como para continuar, por lo que sólo llegaron a los 12,2 kilómetros.
El problema principal
Ahora claro, uno podría pensar que 12 mil metros no es realmente un avance muy significativo, y que muy probablemente ahora podamos hacer un trabajo mucho mejor. Algo de cierto hay en eso, pero los trabajos no pudieron continuar por un motivo bastante previsible: el calor.
Las estimaciones llegaban a cerca de los 100ºC en los tres mil primeros metros, y si bien acertaron, desde ese punto en adelante las cosas se tornaron insoportables. La misión principal de este proyecto era llegar hasta los 15 kilómetros para el año 1993, pero las «dificultades técnicas» terminaron por hacerlos llegar hasta los 12,2 kilómetros en 1989, enfrentando temperaturas de hasta 180ºC, las que arruinaban todas las herramientas que los rusos tenían a la mano en esos instantes.
PUBLICIDAD
¿Y entonces qué había ahí?
Muy buena pregunta, estimado lector. Lo que los científicos y geólogos encontraron fue una falta de transición de granito a basalto (roca volcánica de color negro verdoso, compuesta generalmente de feldespato y piroxeno) a una determinada profundidad, echando por tierra (jaja, tierra) la teoría de que a los siete kilómetros hacia abajo existía una especie de cambio de la superficie.
En su lugar, los encargados del proyecto encontraron rocas fracturadas y agua, pero el líquido no provenía de la superficie, sino que de la corteza profunda del planeta.
Además de lo anterior, también hallaron pequeños fósiles microscópicos que habían permanecido intactos en las rocas a lo largo de miles de millones de años. El problema fue sacarlos, ya que a cierta profundidad la presión cambia de manera radical, por lo que retirar estos fragmentos sin romperlos fue todo un desafío.
Todo lo anterior, sin duda, aportó a que el día de hoy entendamos de mucho mejor manera el funcionamiento interno de nuestro planeta, a pesar de que las instalaciones del proyecto hoy en día sean un montón de ruinas.
¿Sabías que el enemigo natural del agujero es el montículo?