Cada día que nos levantamos y podemos respirar debemos sentirnos afortunados. No se trata de un pensamiento filosófico, sino de un análisis basado en la ciencia, que nos lleva a pensar en nuestro propio Sistema Solar. Compuesto por ocho planetas y un Sol, la Tierra es el único cuerpo celeste habitable. Al menos que en los próximos días se compruebe lo contrario.
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Las distintas capas que rodean nuestra atmósfera nos protegen de la estrella más poderosa de nuestro sistema: el Sol. Está dividida por cinco capas y es la responsable de que nuestro planeta sea el único habitable en la galaxia. Mantiene una temperatura soportable y genera la existencia del oxigeno, esencial para nuestra existencia.
Además de las cinco capas conocidas (Tropósfera, Estratósfera, Mesósfera, Termósfera y Exósfera), existe una región que es vital para nuestra existencia: la Magnetósfera. Está alrededor de toda nuestra circunferencia y actúa como una especie de campo magnético. Es nuestro mayor escudo contra el Sol. Desvía la mayor parte del viento solar y nos protege de las partículas que tienen mayor energía.
Un artículo de la NASA explica que los vientos solares que desvía la Magnetósfera forman los cinturiones de Van Allen. Gracias al escudo, los vientos rodean al planeta y al llegar a la ubicación de los polos, algunas de sus partículas ingresan por la capa de ozono. Entonces se genera un proceso en la alta atmósfera que permite el famoso fenómeno que se conoce como la aurora boreal.
La ciencia advierte sobre el estado de la Magnetósfera
Desde el 2014, los encargados de hacernos entender la ciencia advierten sobre el estado de la Magnetósfera. Aseguran que en los últimos 200 años se ha deteriorado un 15%. Varias misiones espaciales han viajado hacia esta región para verificar la manera en la que se pueda estar dañando. Un cambio drástico en este componente podría cambiar la Tierra tal y como la conocemos. Un ejemplo que siempre expone la ciencia es el de Marte. Los estudios afirman que el planeta rojo perdió su Magnetósfera hace 4.2 millones de años, dejando como resultado el cuerpo inhabitable que conocemos hoy.