Parasite es una película que salió de la aparente nada; y escaló rápidamente arrasando premios; hasta posicionarse en prácticamente todas las listas de películas favoritas de este año.
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Incluso entró como firme contendiente de la Pila de Oro 2019. Compitiendo contra producciones más obvias, como Joker o Avengers: Endgame.
Esta aparente omnipresencia puede llevar a la auténtica duda para quienes no haya visto la cinta. Pero nosotros podemos confirmarles que sí. Quien corone a Parasite como la mejor película de 2019 tiene argumentos de sobra para ello.
SIN SPOILERS: razones para no perderse Parasite
Bong Joon-ho es un director relativamente conocido para nuestra comunidad; gracias a los clásicos de culto The Host y Snowpiercer, así como la película exclusiva de Netflix Okja.
Sus cualidades como narrador quedan más que comprobadas en dichas cintas. Pero es aquí en Parasite que ha logrado una obra maestra; retratando con ironía, sátira, agudeza y máxima tensión a la sociedad del siglo XXI.
La máxima recomendación para disfrutar de lleno Parasite es entrar a la sala de cine (o darle clic al botón de reproducción) conociendo el mínimo de detalles sobre la trama.
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Pero hay elementos que podemos destacar aquí sin representar una revelación sobre la historia narrada en el filme.
Llama la atención en particular que Parasite, al igual que Us, o Joker, centra parte de su fortaleza en el retrato de la distinción entre clases sociales. Y el resentimiento que detona esa desigualdad.
Donde los pobres y reprimidos padecen la indiferencia absoluta de un sistema articulado para mantener a los ricos más ricos; y a los que no tienen nada entretenidos. Ya sea con shows de TV, sueños de superación o smartphones con WhatsApp y conexión a internet.
Pero tal vez el elemento más curioso, que confluye con el anterior en un momento crucial. Es la reiteración de la obsesión de Bong Joon-ho por el cambio climático.
Lo vimos en Snowpiercer, también en Okja y aquí lo experimentamos con mayor crudeza. Con una serie de escenas de contrastes.
Donde lo que empieza como un divertido video de smartphone en cámara lenta deriva en un choque de contrastes entre cómo afecta a pobres y ricos el estrago ocasionado por una tormenta.
Pero tal vez el mayor acierto de Parasite es la sutileza con la que acomoda sus piezas. El objeto que se presenta como un símbolo de esperanza y bienestar futuro termina adquiriendo otro matiz muy distinto.
El comentario casual de una ama de casa sobre el acomodo de sillas en un jardín como si fuese una formación de guerra telegrafía lo que vendrá en el punto de mayor tensión de la cinta.
Incluso hay una intención muy marcada entre la primera y la última toma. Con una reflexión sobre el acceso a la luz del sol. Antes y después de la pesadilla. Con el contraste entre la esperanza y el miedo de caer aún más bajo.
Bong Joon-ho tiene un largo historial con películas que tratan sobre monstruos. Y esta no es la excepción. Sólo que aquí son humanos.
Pero hablar más sería dar detalles concretos de Parasite. Sigan nuestro consejo. Vean la película.