De más está decir que, para cualquier fan de Pokémon, una nueva entrega de la saga siempre es una buena noticia, dado lo cual, el hype comienza a intensificarse apenas se da el anuncio de un nuevo videojuego.
No es que mis expectativas estuvieran demasiado altas, ni que realmente no esperara nada de Sword y/o Shield, sin embargo, en mi rol de fan y periodista (en ese orden), intenté mantenerme lo más tranquilo posible. Vi pocos adelantos, simulé entender lo que estaba pasando en los escuetos Direct de Nintendo, estuve en paz. Eso hasta que llegó el código de Sword. Ahí la cosa se descontroló.
Pequeños detalles
No es que lo nuevo de la franquicia sea malo, sino que es diferente a lo que pensaba encontrar. De partida, los encuentros entre entrenadores y Pokémon siguen la misma dinámica que en títulos anteriores, salvo aquella condición especial llamada Dinamax (fenómeno que sólo ocurre en Galar), la cual hace que tu bestia favorita se transforme en una especie de kaijū durante tres turnos, con ataques dignos de Godzilla en su etapa más radioactiva.
Los NPC siguen siendo igual de inútiles que siempre, salvo aquellas personas que te guían a través de tu travesía por “el camino del héroe”, incluso Paul, tu contraparte, quien además de molestarte con su pesada presencia (a veces insoportable para mí, pero soy un tipo con muy poca paciencia), también te regala ítems necesarios y un par de consejos para que no te pierdas en la historia. Esto, claro, a pesar de que es imposible perderse en la historia.
Tal vez, lo que más me molestó fue la ausencia de un buen equipo que te hiciera la vida imposible. Ya no existe el siempre memorable Team Rocket, pero no sé si el Team Yell esté realmente a la altura de un villano notable, entendiendo que su misión principal es que no llegues al final del desafío, en pro de que su líder (que en todo momento los trata de “mi club de fans”) sí lo haga. Podríamos esperar otra misión más allá de esa, pero eso es literalmente todo lo que quieren en la vida, lo cual es muy decepcionante.
No estamos en Kanto
Hablando de posibles decepciones, sabíamos que la Pokédex Nacional no estaría disponible en Galar, y la verdad es que no es algo realmente relevante dentro del desarrollo del juego. Obviamente me hubiera gustado mucho contar con más de 400 opciones para armar mi equipo contra la Elite Four (entre comillas, ya hablaremos de eso) y el campeón regional, pero 400 es un buen número. Honestamente, y con la mano en el corazón, pedir más sería demasiado, a menos que seas un coleccionista como Bill, y todos sabemos que no hay nadie como Bill en el mundo real.
Pokémon Sword y Pokémon Shield no son malos títulos, pero sí son diferentes, y llegan a romper las tradiciones que conocíamos de entregas anteriores. ¿Esto es malo? No. ¿Rompe esto nuestros esquemas? Sí, bastante, pero hay que entender que, dentro del lore, estamos recorriendo otra región y cada una de las regiones tiene tradiciones distintas, modos de batalla distintos, y así sucesivamente. Pedir que todo siga igual a como era en otras regiones, sería como ir a Japón y pedir que todos hablen español. No tiene ningún sentido.
Qué pasa con la Elite Four
Dicho lo anterior, no me molesta el hecho de que en Galar no existe la Elite Four. Lo que sí encuentro genial es que hayan reemplazado este sistema de encuentros por un torneo con los líderes de gimnasio que ya derrotaste anteriormente, dejándote claro que, tanto tú como ellos, son personas que buscan el fin común de coronarse como campeón de la región, y que ser líder de gimnasio requiere lo que siempre tuvo que haber requerido: solamente tener cierto nivel de talento.
Hay ciertas curiosidades que también van de la mano con lo industrial que es el lugar en el que transcurren los hechos, como por ejemplo, las formas galarianas. Acá encontramos varios exponentes conocidos, como Zigzagoon, Meowth, Weezing, Farfetch’d y muchos más, pero sobre todo Corsola y su nueva evolución, Cursola.
El fenómeno de Corsola
La región Galar está basada en el Reino Unido, cuna de la revolución industrial de la segunda mitad del siglo XVIII, de ahí que varias de sus ciudades cuenten con empresas, fábricas y gigantes corporativos. ¿Pero qué pasa cuando se imponen estas cosas por sobre los intereses de la propia Madre Naturaleza?
Acá es cuando entra Corsola a la ecuación, ya que su forma galariana es completamente descolorida y no rosada como en Johto, hecho que ocurre también en la vida real producto del cambio climático, en donde los arrecifes de coral efectivamente están perdiendo su coloración por la alteración de la temperatura del agua.
La entrada de la Pokédex afirma que “perdió la vida hace miles de años debido a un repentino cambio en su hábitat. Absorbe la vitalidad de la gente con sus ramas”, dando también a entender que su forma galariana es básicamente un cuerpo muerto de un Corsola que jamás se pudo desarrollar con normalidad producto de la falta de un entorno compatible con su propia vida, lo cual se vuelve aún más aterrador con su forma evolucionada, Cursola, cuyo prefijo es “curse”, maldición en español.
En pocas palabras, el hombre también arruinó el ecosistema en el universo de Pokémon. Gracias por nada, humanos.
Y bueno, ¿quién tiene hambre?
Para clarificar, quiero decir que Pokémon Sword & Shield no son “el típico juego de Pokémon”. Creo que esperar jugar lo mismo de siempre es un poco inocente de nuestra parte, ya que no solamente nosotros cambiamos con el paso del tiempo, sino que también lo ha de hacer todo lo que nos rodea, ojalá, para bien.
Sólo por el hecho de ser una entrega de Nintendo, tenemos asegurado el hecho de que la historia nos va a tomar de la mano y nos va a guiar por todos sus pasajes sin soltarnos en ningún minuto, por lo que la dificultad tampoco debiera ser un tema a estas alturas. No es difícil, pero al igual que las ediciones anteriores, sí requiere de una mínima noción de estrategia respecto a los tipos de Pokémon —y sus respectivos niveles— que debemos utilizar para nuestros encuentros con los NPC.
En resumen, ¿Pokémon Sword & Shield está dentro de “lo esperable” dentro de la saga de Satoshi Tajiri? Sí y no. Efectivamente, es un juego más de Pokémon en donde tenemos que hacer, técnicamente, lo mismo de siempre, pero todos los cambios, sutiles y no tanto, hacen que sea una experiencia «única» dentro de su tipo, con un nivel de complejidad bastante especial. Quizás no es la mejor generación, posiblemente la historia sea muy “meh”, pero sí estamos en presencia de uno de esos títulos que, a medida que pasa el tiempo, se ponen cada vez mejor.