Tras entrevistar a más 6.000 parejas heterosexuales, durante 15 años, una investigación de la Universidad de Bath (Reino Unido) demostró que los hombres sienten estrés cuando sus esposas ganan más del 40% de los ingresos del hogar.
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El estudio determinó además que los esposos se sienten más ansiosos cuando son el único sostén del hogar. Sus niveles de estrés bajan a medida que los ingresos de sus parejas se acercan al 40%, pero vuelven a subir cuando esta cifra es mayor.
“Estos hallazgos sugieren que las normas sociales sobre el sustento masculino -y las convenciones tradicionales sobre hombres que ganan más que sus esposas- pueden ser peligrosas para la salud de los hombres”, explicó la autora principal del artículo, la economista Joanna Syrda.
Destacó además que “los resultados son lo suficientemente fuertes como para señalar la persistencia de las normas de identidad de género y su efecto en los problemas de salud mental masculina”.
La angustia persistente –advirtió– puede conducir a muchos problemas de salud adversos, incluidas enfermedades físicas y problemas mentales, emocionales y sociales”.
Estrés postmatrimonial
Un dato que llamó la atención de los investigadores es que el estrés no se manifiesta cuando los esposos tenían claro, antes del matrimonio, la brecha entre los ingresos. Según cifras del Pew Research Center en los Estados Unidos, un 30% de las mujeres ganaban más que sus maridos para 2017.
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Para la economista, “las consecuencias de las reversiones tradicionales del rol de género en los matrimonios asociados con los mayores ingresos de las esposas abarcan múltiples dimensiones, incluida la salud física y mental, la satisfacción con la vida, la fidelidad matrimonial, el divorcio y el poder de negociación matrimonial”.
No solo ser una fuente secundaria en el hogar, hace que sientan angustia psicológica. El estudio reveló otro motivo:
“La elevada angustia psicológica, que viene con la dependencia económica, también puede tener fundamentos prácticos debido a la negociación a la sombra de la disolución o al temor a una situación económica reducida en caso de un divorcio real”.