En las últimas cuatro décadas las sequías y la escasez del agua en las poblaciones se han hecho más generalizadas, prolongadas y frecuentes, debido en gran medida al cambio climático, las altas temperaturas y el efecto invernadero.
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En la actualidad, África y Medio Oriente son las zonas del planeta más golpeadas por la sequía y con mayor escasez de agua del mundo, ya que el desierto ocupa tres cuartas partes de sus territorios.
El problema tampoco escapa para ciertas regiones de América Latina. Campesinos y criadores de ganado se enfrentan a desafíos crecientes a medida que se agrava la escasez del agua, la degradación y erosión de la tierra, y la fragilidad de los suelos.
Una de cada tres personas en el mundo no tiene acceso a agua potable o sufre de sequía, de acuerdo a un informe de Unicef y la Organización Mundial de la Salud presentado hace menos de dos meses. La situación empeora en el África subsahariana
En la actualidad, unas 2.200 millones de personas en el mundo sufren de sequía y no tiene acceso al agua potable. Esto en un planeta en el que el 71 % de la corteza está cubierta por ese elemento esencial para la vida.
Una respuesta: los paneles solares
Para muchos, la respuesta a este grave problema está en manos de la ciencia y los extraordinarios avances que hacen día tras día. Acá les presentamos las soluciones más innovadoras:
Recientemente, la ONG GivePower anunció un primer paso para atacar la sequía usando el agua salada de los océanos y convertirla en potable.
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GivePower logró la construcción de la primera planta solar del mundo que puede convertir el agua salada apta para el consumo humano. La tecnología ya está instalada en un pueblo ubicado en Kenia, cerca de la frontera con Somalia.
Kiunga es el nombre de la localidad pesquera en la que está operando de forma exitosa el proyecto, financiado por la organización sin fines de lucro Givepower. Se proyecta reproducir la experiencia en otras partes del mundo como Colombia y Haití.
Según la ONG se eligió esa zona para poner en funcionamiento la primera planta solar que transforma el agua salina del Océano Índico en agua limpia.
Las “granjas de agua solar”, nombre con el que la ONG bautizó a la tecnología, resuelven estos problemas mediante una serie de paneles solares que producen 50 kilovatios de energía, baterías Tesla de alto rendimiento para almacenarla y dos bombas que operan las 24 horas del día.
El sistema puede crear agua potable para 35.000 personas todos los días. Además, de acuerdo a GivePower, la calidad es mejor que la de un planta desalinizadora tradicional y sin tener un impacto ambiental negativo.
Biología molecular
En España, otro grupo de científicos del Centro de Investigación en Agrigenómica trabaja en implementar los conocimientos de biología molecular q para hacer ingeniería genética de plantas y poder hacer frente a los retos de la agricultura durante el cambio climático y la sequía.
“Nos preocupa mucho la sequía y por eso estamos intentando producir cereales que sean resistentes”. Actualmente, ese el principal problema de la agricultura. Nuestro abordaje se centra en conocer los cambios que sufren las plantas en el estrés por falta de agua, encontrar los genes responsables de estos cambios y modificarlos para hacer plantas más tolerantes y mejor adaptadas”, destacó la científica Ana Caño Delgado.
El reto pasa por “modificar tanto la planta como los sistemas de riego y la relación de la planta con el suelo para poder optimizar el uso de agua en la agricultura”, agregó.
Lluvia sólida
Recientemente, salió a la luz pública un producto que promete superar el desafío global de cosechar en condiciones áridas y con escasez de agua.
La “lluvia sólida” es un polvo capaz de absorber enormes cantidades de agua y luego soltarla lentamente a lo largo de un año de tal manera que las plantas puedan sobrevivir y prosperar en medio de una sequía.
Un litro de agua puede ser absorbido por tan sólo 10 gramos de este material, un tipo de polímero absorbente originalmente desarrollado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).
Sergio Rico Velasco, un ingeniero químico mexicano, vio que el producto podía llegar más lejos y desarrolló y patentó una versión diferente de la fórmula: granos de un polímero modificado atrapan el agua, que se concentra en pequeñas esferas en forma de gel. Su inventó lo bautizó como la “lluvia sólida”.
El producto puede mezclarse con tierra para retener agua y luego alimentar las plantas lentamente.
“La lluvia sólida es completamente natural y no daña la tierra incluso aunque se utilice por muchos años. Nuestro producto no es tóxico, está compuesto de una bioacrilamida. Después de desintegrarse, la sustancia se convierte en parte de la planta”, aseguró en una oportunidad a la BBC.