La vida de un hombre de Carolina del Norte, de 46 años, se convirtió en un infierno desde 2011. Entonces se rompió un dedo pulgar y debió tomar antibióticos durante tres semanas. La medicación afectó su flora intestinal y desarrolló el síndrome de auto-cervecería, donde el cuerpo produce alcohol al comer carbohidratos.
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Investigadores del Centro médico de la Universidad de Richmond de Nueva York expusieron su caso, luego de tratarlo por más de dos años. El artículo, publicado en la revista BMJ Open Gastroenterology, cuenta la historia del paciente al que nadie le creía que estaba borracho sin beber una gota de licor.
Sus síntomas eran repetitivos y ya había sido visto por internistas, psiquiatras, neurólogos y gastroenterólogos. Manifestó haber tenido pérdida de memoria, cambios mentales y episodios de depresión; además de comportamiento agresivo.
En 2014 fue arrestado por presuntamente conducir ebrio, en el hospital registraron su nivel de alcohol en 200 mg/dl. Ni las autoridades, ni los doctores, ni su familia creyeron su versión.
En febrero de 2017, se cayó y sufrió una hemorragia intracraneal. Durante su hospitalización, sus niveles de alcohol en la sangre variaron entre 50 y 400 mg/dl. Seis meses después viajó a Nueva York desesperado para ser tratado.
Alcohol endógeno
Para determinar su condición, fue sometido a diversos estudios. Pero además fue privado de carbohidratos en las primeras seis semanas. Sin embargo, comió pizza y tomó sodas durante el tratamiento y ello le provocó una recaída.
Pero todos lo vivido por el hombre guiaron al médico interista Fahad Malik y su equipo a un diagnóstico efectivo:
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Creemos que los síntomas de nuestro paciente se desencadenaron por la exposición a antibióticos, lo que resultó en un cambio en su microbioma gastrointestinal que permitió el crecimiento excesivo de los hongos Candida y Saccharomyces cerevisiae, que pueden convertir los carbohidratos en alcohol endógeno, se detectaron en sus secreciones intestinales y heces”.
Además de los cambios en su dieta, los médicos le recetaron probióticos, para “inhibir competitivamente los hongos y ayudar a normalizar su flora intestinal”. Hace año y medio, el paciente no presenta síntomas aunque sigue utilizando el alcoholímetro que se compró para medir el nivel del alcohol en su aliento.