Cuando Sony nos ofreció probar su televisor Bravia A8G, no sabíamos qué esperar, solo sabíamos que era caro y que debía verse bien. La marca cuenta con una reputación «a prueba de todo» en lo que respecta a esta línea de productos.
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Al ver instalada esta monumental pieza de 65 pulgadas, casi sin bordes y que es más delgada que la mayoría de los celulares actuales, la buena primera impresión no es poca.
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Todo ordenado, manejo de cables impecable, la cantidad correcta de puertos HDMI, un diseño agradable y una base que se ve y siente sólida. En lo que respecta a construcción, hay poco y nada que alegar. Se siente premium, se siente majestuosa.
Pero lo importante está al frente, y cuando creía que ya había visto todo y no necesitaba más, esta TV te genera una necesidad. Nunca había visto HDR de esta forma, porque la luminosidad del panel permite ver «el de verdad», no el simulado de paneles más baratos. Para qué decir Dolby Vision, te hace cambiar la perspectiva sobre cómo se deben ver las cosas y lo recomiendo fervientemente. Si tienen la posibilidad de ver la diferencia, aunque sea en una tienda, lo notarán.
¿Cómo lo hace? La TV tiene un procesador llamado X1, que permite el procesamiento de imágenes en tiempo real e incluso sin ser contenido HDR o 4K, se encarga de que se vea lo mejor posible. Analiza los objetos en pantalla y de manera independiente los va tratando. Suena como a un montón de bluff de marketing, pero darse cuenta que funciona es lo que te hace decir que esta es una pieza tecnológica diferente. A pesar de todo lo anterior, recomiendo cambiar un poco los colores manualmente para llegar a resultados más placenteros y correctos.
El brillo puede variar automáticamente dependiendo del entorno, lo que a buenas y a primeras suena muy bien y es agradable de noche, pero a veces siento que el contenido se podía ver mermado por esto, así que sería mejor desactivarlo. La experiencia jugando videojuegos es excelente y los tiempos de respuesta son impecables, además de no sufrir «ghosting», sobretodo con los colores rojos fuertes, algo que me ha pasado con muchas teles que he probado.
Que tenga sistema operativo Android TV y Chromecast integrado hacen que sea una experiencia tan libre como tú quieras, pero eso mismo a veces juega en contra, porque si hubieron cuelgues o demoras que no esperaría en un aparato de este precio (en Chile se ofrece a CLP $1.799.990 en la versión de 65 pulgadas), pero es algo que he encontrado en la Mi Box de Xiaomi, por lo que asumo que no es el sistema operativo mejor optimizado del mundo.
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Pareciera que destrozo ese apartado, pero no, es solo buscar algo malo que decir en un mar de cosas positivas. De hecho la libertad de aplicaciones disponibles y la cómoda interfaz me hacen preferir esto por encima de otros sistemas propios de las marcas.
Respecto al sonido, este es bueno para ser el de una TV, que suelen ser vergonzosos. Aquí todo viene directo desde la pantalla gracias a la tecnología Acoustic Surface Audio y tiene bastante separación y claridad. Le pondría un poco más de bajos, pero creo que es la mala costumbre que me produjo el producto del que hablaremos a continuación.
El soundbar
Este delgado y de pinta muy inofensivo soundbar, contiene un secreto que solo es explicable con magia negra (?).
Con subwoofer incorporado (al centro) y dos parlantes a los costados, se las arregla para engañar a tus sentidos con que el sonido viene de todos lados. Trata de imitar un sistema 7.1.2.
¿Funciona? En parte. La experiencia de tener todos los parlantes necesarios aún no es superada, pero esto lo compensa bastante bien y con un algoritmo de sonido sorprendente para su porte. No lo reemplaza, pero casi lo logra.
En mi caso, para aprovecharlo de mejor manera, lo usé conectado por HDMI eARC, que me permite usar Dolby Atmos, que para mí es el mejor sistema de sonido que existe para entretenimiento en la actualidad.
Su facilidad de uso y el hecho de que sea tan poco aparatoso lo convierte en un favorito instantáneo. Incluso lo conecté vía Bluetooth a la tele y no hubo problemas de lag, aunque el sonido no era tan rico y se entiende. El hecho de que además las doble de un buen parlante en general para el espacio donde está instalado es un añadido muy interesante.
En Chile se ofrece a CLP 199.990, que es un poco caro para una barra de sonido sin subwoofer aparte, pero que por las características incluidas te hace querer no volver atrás.
De un tiempo a esta parte Sony está haciendo las cosas muy bien en materia de audio y video, aunque sus precios son elevados en comparación al mercado, siento que hay un sello súper marcado y que tiene una justificada fanaticada. Si estás dispuesto a desembolsar un poco más por los añadidos e intangibles de Sony, como la materialidad, el lenguaje de diseño, el perfil de color, servicio técnico y todo eso, yo creo que vale la pena. Ojalá la marca fuera así en todos los aspectos, como en los celulares, pero en fin, al menos hay dos cosas que están haciendo muy, pero muy bien.
*Para ver las especificaciones técnicas, hacer click en los links correspondientes.