La aspiradora robótica Roomba es una pieza de alta tecnología que muchos desean; gracias a su diseño sobrio, casi futurista, y su desempeño que se encarga de limpiar el piso de los hogares sin tantas complicaciones.
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Sin embargo, el dispositivo tiene una ligera «falla» en su diseño que hace que su desempeño pueda pasar de ser admirable a un absoluto desastre escatológico. Y todo gracias a su mayor enemigo natural: el excremento de perro.
La aspiradora Roomba no cuenta con ninguna clase de sensor de proximidad; ni tecnología que le permita detectar cuando está por pasar encima de un montón de desechos animales.
De modo que el robot simplemente sigue su camino, embarrándose de toda esa materia; para luego distribuirla por toda, absolutamente toda, la casa.
Eso fue lo que descubrió de la peor manera posible Ryan Landy, el inocente dueño de una Roomba; que subió los resultados de este incidente a su Facebook:
Como podemos observar el robot no limpió la casa, sino todo lo contrario. Lo que llevó al pobre sujeto a declarar abiertamente, en tono de broma, en tono de lamento, que necesitará terapia después de vivir esto.
La mayor ironía es que esta situación en realidad sería bastante recurrente. O al menos eso es lo que ha declarado ya en el pasado iRobot, la compañía encargada de fabricar a Roomba.
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Hace dos años sucedió un caso similar, en un incidente que igual se volvió viral bajo el nombre poopocalypse. En aquellos días cuando internet era más gracioso y menos agresivo.