Difícilmente las secuelas logran estar a la altura de las originales, pero Toy Story siempre ha sido la excepción. La tercera entrega de la franquicia no solo fue ganadora del Oscar a mejor cinta animada, sino que también fue nominada a mejor película. Si bien la cuarta parte de esta historia no está a la altura de la tercera (que es magistral), no decepciona. Si Toy Story 3 era el cierre de un ciclo, podríamos decir que Toy Story 4 viene a atar todos los cabos sueltos.
El filme retoma la trama donde termina su antecesora, con los juguetes viviendo con su nueva niña Bonnie. Woody ya no es el juguete favorito, por lo que está teniendo problemas encontrando su lugar. Esto es un punto importante, ya que la historia con Andy está completamente cerrada. En esta oportunidad, toda la acción se centra en Woody. Esto mismo provoca que los demás juguetes – los de siempre—tengan una participación menor en la historia, dándole más protagonismo a personajes nuevos, y otros que no lo son tanto: Bo Peep, la pastorcita que perteneció a Molly, la hermanita de Andy, está de vuelta en esta producción.
La película es muy divertida y contiene muchos momentos para reír a carcajadas, en especial gracias a los personajes nuevos. Duke Caboom, realizado por Keanu Reeves, es el responsable de varios momentos notables – y bastante cómicos– en el film. Sin embargo, y por lejos, las escenas con las que el cine explotó en risas, son en las que salen Bunny y Duck. En su versión en inglés, sus voces están a cargo de la dupla cómica de Jordan Peele y Keegan-Michael Key, cuya participación no es realmente importante para la trama, pero sirve a modo de escape cómico. Todo lo anterior se engloba en la línea de la película: no tan emotiva como la anterior, pero sí llena de aventuras y chistes, lo que la hace muy dinámica y entretenida.
Un final ¿necesario?
Si pensábamos que después de la tercera entrega ya no habían más historias que contar, estábamos equivocados. El universo de juguetes que se mueven cuando nadie los ve da para mucho más.
Sin embargo, la línea dramática que amamos desde 1995 con Woody como protagonista tiene una conclusión en esta entrega. Esta línea argumental cierra de manera definitiva su ciclo, no obstante, quizás la franquicia pueda seguir su camino a pesar de esto. Al fin y al cabo, Toy Story siempre ha tenido un sello de calidad, y lo más seguro es que lo mantenga.