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Columna de opinión: Fibra Óptica Austral y la Matriz Digital de Chile [FW Opinión]

Ex Subsecretario de Telecomunicaciones Rodrigo Ramirez-Pino se refiere a los temas de conectividad del país.

Fibra óptica Archivo

Este martes 28 de Mayo de 2019, seis meses antes de lo programado, se termina de desplegar el proyecto Fibra Óptica Austral, en su tramo submarino.

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Este troncal, que contempla casi 3.000 kilómetros,  conectará por primera vez Chile por Chile, desde Puerto Montt, pasando por Caleta Tortel y hasta Puerto Williams y así con el resto de nuestro país. El tramo submarino, además de ser una obra de ingeniería única, es la columna vertebral para el despliegue de los otros casi mil kilómetros de los tres tramos terrestres que se empiezan a desplegar en Los Lagos, Aysén y Punta Arenas, los que una vez operativos serán el soporte clave no sólo para conectar a la gente de la Patagonia sino que para ser la base estratégica del desarrollo digital del país.

El emblemático proyecto de la Fibra Óptica Austral, que provee acceso a infraestructura de telecomunicaciones de manera abierta, no discriminatoria, con precios regulados y transparentes, puso sobre la mesa una visión de un Estado responsable y preocupado por construir una nueva MATRIZ DIGITAL para el país. Ese es su sello. Es la pieza angular de un nuevo ecosistema digital, científico, tecnológico, creativo e industrial para el mundo conectado en que vivimos.

Lo que hagamos durante estos años es clave para el futuro digital de Chile. Precisamente en esta misma senda, y en plena conversación sobre el desarrollo de la quinta generación tecnológica “5G”, el Gobierno ha planteado la necesidad de seguir avanzando con la Matriz Digital nacional como un asunto estratégico, comprendiendo la importancia de la infraestructura digital para un Chile 4.0 

La infraestructura digital es el factor más crítico de este siglo, ahí donde no solo se juegan las comunicaciones globales, los contenidos y servicios digitales, sino que toda la digitalización creciente de la sociedad y el nervio central de la industria del futuro.

Contar con un plan de desarrollo digital debe tener varios componentes. Uno de ellos debe dotar al país de mayor capacidad de conectividad internacional, con ello no solo satisfacer el uso interno del creciente consumo de datos que pasará de los actuales 9 Gigabyte per cápita a más del triple en los próximos dos años, sino que ser lo suficientemente estratégico para agregar demanda latinoamericana y así convertirse en el Hub Digital del Cono Sur facilitando la conexión y la integración de Chile con la región y el mundo.

Otro elemento relevante debe ser desplegar una infraestructura de Fibra Óptica Nacional de alta velocidad y baja latencia, con características de alta redundancia, resiliencia y capilaridad territorial con redes de alta capacidad para el transporte de datos para que llegue preferentemente a las regiones apartadas, a las 200 comunas de bajos ingresos, a los más de 410 poblados y pequeñas localidades que no tienen acceso a Internet de alta velocidad, así como a las zonas rurales y de difícil acceso.

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Afortunadamente, el Estado cuenta con $86.220.000 miles de pesos, cerca de 150 millones de dólares asegurados por via glosa presupuestaria, para continuar con esta tarea país.

Estos recursos públicos deben agregarse a la inversión proveniente de las empresas privadas que actúan en los distintos niveles de la cadena de valor, lo que sumado a lo que debiera ser una nueva institucionalidad digital, un nuevo marco normativo y regulatorio, un nuevo modelo de despliegue de infraestructura, más garantías para la inversión, focalización en servicios de acceso y calidad mejorando sus prestaciones y el desarrollo de una vida digital y ciudadana con los resguardos adecuados, estaríamos frente a un círculo virtuoso.

La necesidad por infraestructura de telecomunicaciones es constante, en especial para una futura red 5G, donde debe haber un sostenido despliegue de fibra óptica, con toda la capilaridad necesaria. La industria móvil necesita sí o sí de la infraestructura digital, ya sea de la horizontal o de fibra óptica; y la vertical, radiobases, antenas, torres y las small cells.

El anuncio del gobierno de la Matriz Digital debe ir acompañada de un modelo de despliegue de infraestructura que contemple el entorno y a los actores que conviven en este ecosistema. Partiendo con los gobiernos locales. No hay posibilidad de avanzar y cumplir con una red 5G en dos años con el actual modelo. Sencillamente no es posible. La promesa de contar con millones de aparatos conectados, de sensorización, de la gestión del tránsito y del transporte, drones en la agricultura, en el actual escenario no es posible.

Cada vez es más complejo tender una red de fibra óptica y aún más instalar sistemas radiantes. Partiendo por la forma, tiempo, permisos y hasta su ubicación y prestación de servicios. Actualmente en el parlamento existen siete proyectos de ley que fijan su atención en el despliegue de infraestructura de telecomunicaciones. Desde someter a evaluación de impacto ambiental la instalación de antenas y transmisoras de servicios de telecomunicaciones, hasta suspender la instalación de todo sistema de telecomunicaciones en zonas urbanas. Aquí se requiere fijar un nuevo modelo despliegue de infraestructura conveniente para el país, su gente, las industrias y para quienes desarrollan y hacen las inversiones.

Para nadie es un misterio que Internet basado en banda ancha de muy alta velocidad dejó de ser un lujo de país desarrollado y de privilegio de unos pocos, sino que es una infraestructura crítica para el bienestar, el desarrollo, el crecimiento, el progreso social, la modernización del sector público y el despliegue de las economías regionales.

Desplegar una arquitectura digital, una nueva topología de red, con Internet a muy alta velocidad, desplegada por todo el territorio nacional, con nuevos nodos de acceso y con servicios de “última milla” de conectividad alámbrica e inalámbrica, será una infraestructura habilitante que podrá garantizar que en el país ocurran nuevas cosas, desde diversificar la matriz productiva, trazar nuevas economías regionales, seguir en la modernización del sector público, construir polos globales de investigación científico-tecnológica, participar en el desarrollo de la Inteligencia Artificial, Internet de las cosas, la manufactura digital, la robótica, el Big Data, la realidad virtual, la nano tecnología, la biotecnología sintética y el desarrollo de las industrias inteligentes; repensar la educación del siglo XXI y el Capital Humano, las destrezas y habilidades para la era digital.

Aspirar a vivir mejor, contar con mayor calidad de vida, será en parte a través de la convergencia entre infraestructura digital, conectividad, tecnología, innovación, ciencia y políticas públicas disruptivas.

Chile con este despliegue de la Matriz Digital está a tiempo de pensar en serio su futuro.

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Rodrigo Ramírez Pino

Ex Subsecretario de Telecomunicaciones

Académico de la Universidad de Santiago

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