Cuando los grandes estudios se meten con títulos amados por todos, siempre hay un dejo de nerviosismo. Lo bueno, es que en este caso no hay nada que temer. La nueva versión del clásico de 1992, reimaginada por Guy Ritchie, de seguro va a dejar contentos a todos los fanáticos de la original. De lo que no hay duda alguna, es que va a conquistar a una nueva generación.
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La película es fiel a la versión de Disney, con un par de cambios pequeños que solo la mejoran. Las canciones, quizás el punto más importante a la hora de entender el amor que le tenemos a la versión original, son las mismas. De hecho, hay un par de temas nuevos que son excelentes. Las escenas musicales son de primer nivel, muy inspiradas en lo excesivo del cine de Bollywood. Llenas de bailarines y coreografías de una factura altísima, solo nos recuerdan que Disney maneja a la perfección los códigos de los musicales, y que son de los mejores en la industria. Es difícil entender cómo las escenas de bailes y excesos, particularmente la llegada del Príncipe Alí a la ciudad, pueden verse aún más espectaculares que la versión de dibujos animados.
Quizás lo más “controversial” fue la elección de Will Smith como el genio, tomando el lugar de Robin Williams en una de sus interpretaciones más queridas. Son difíciles zapatos que llenar, considerando la mala recepción que tuvo el personaje en los primeros avances. Sin embargo Will Smith logra al mismo tiempo capturar todo lo que amamos del genio original y además darle una nueva dimensión más moderna. Ver al genio encarnado por Smith haciendo beatbox, resulta gracioso y simpático a la vez.
La cinematografía en esta película es increíble. Las secuencias recorriendo el bazar de Agrabah que conocimos en 2D, son realmente un deleite. La acción de la película está tan bien grabada que puedes sentirte escapando por los pasadizos de la ciudad junto a Aladdin haciendo parkour. Es la misma experiencia que tuviste en los noventa, pero extendida y exacerbada. Cuando Aladdin intenta escapar de la cueva (¿esto cuenta como spoiler?) sientes el riesgo y da nervios en el estómago por temor a que no lo logre.
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El CGI, presente en toda la película, funciona totalmente. En todo momento se genera un ambiente mágico. No hay intención de hacerlo “realista”, sino que hay constantemente una “textura” de un mundo fantástico. En la bajada de la película de dibujos animados a live action, no se pierde la esencia de fantasía. Es una excelente adaptación.
Uno de los cambios más satisfactorios ocurre para el personaje de la princesa Jazmín. A pesar de que en la película original era representada como una princesa independiente que no dejaba que decidieran por ella, en esta versión eso resulta mucho más evidente. Literalmente canta sobre tener una voz que no puede ser callada. Este cambio es refrescante, ya que le da un lugar más protagónico en la historia, como siempre debió ser.
Como fanática de la versión de dibujos animados, en mi opinión Aladdin en live action es altamente recomendable. Incluso le hace el peso a la original. Un buen rato asegurado y una experiencia cinematográfica que amerita ir a verla al cine. Con remakes así, dan ganas de que Disney no se detenga.