La ilusión de tener videojuegos funcionando via streaming y sin latencia es una misión a la cual muchos actores se han unido a lo largo del tiempo. No es sorpresa entonces que Google, que posee una de las infraestructuras virtuales más grandes en el mundo, quiera participar también.
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Google Stadia, con su lanzamiento en GDC19, nos mostró que un streaming en 4K a 60 cuadros por segundo es posible, y será lanzado este 2019 en mercados selectos alrededor del mundo. Los afortunados son los de siempre: Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y Europa.
Por otro lado, y como siempre pasa en estas latitudes, Latinoamérica se queda debajo de la innovación hasta una fecha totalmente indeterminada. Esto se entiende muy bien: los países de habla hispana no somos un mercado prioritario, y en general la implementación de este tipo de tecnologías en nuestra región queda para el final.
No obstante, otras alternativas de videojuegos por streaming han funcionado con relativo éxito al menos en el Cono Sur: podemos citar a Gloud -marca de Turner, y con servidores en Argentina y Chile- como ejemplo que un servicio de estas características es viable.
En consecuencia, ¿Por qué Google Stadia no podría funcionar en Latinoamérica?
La necesidad de la velocidad
En julio del 2018, un ranking de velocidad de internet realizado en más de 200 países puso a Latinoamérica en lugares que son preocupantes. Si bien la adopción de Banda Ancha es cada vez más grande, nuestras velocidades promedio dejan mucho que desear respecto a los líderes de la tabla.
México, el primero de LATAM en la lista, promedió 5,69 Mbps, mientras que Chile y Colombia se ubicaron más abajo, con 4,74 y 3,25 Mbps respectivamente. ¿La tesis al respecto? No tenemos velocidades suficientes para sostener un stream en 4K HDR y aún así tener una latencia baja que nos permita jugar sin cuelgues.
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Según fuentes, el devkit de Google Stadia incluye una opción para probar velocidades de conexión difíciles para la plataforma, y el estándar para esa ‘mala calidad’ son 15 Mbps. Ese es el límite de la velocidad ADSL en la mayoría de los casos, y en general en capitales como Santiago y Bogotá nuestras velocidades máximas no superan los 10 Mbps, pues la adopción y disponibilidad de fibra óptica hogareña es bastante limitada.
Todo esto sin contar que en regiones alejadas de la capital la experiencia puede ser muchísimo peor.
Un problema de calidad
Otro clavo en el futuro de Stadia en Latinoamérica es la calidad de nuestras conexiones. Esto no necesariamente es un problema de velocidad: muchas veces contratamos planes cuya disponibilidad es limitada, y por razones que escapan a nuestro control tenemos intermitencias, ruido en la señal, o colapsos de nodos de internet en áreas residenciales.
Esto es de exclusiva responsabilidad de nuestros proveedores de servicio de internet o ISPs, los que en general ofrecen un servicio paupérrimo en nuestros países. ¿Recuerdas la última vez que te quejaste de tu conexión a internet? Yo también. Todos lo hacemos.
En muchos casos los ISPs se aprovechan de cláusulas abusivas o legislaciones mal implementadas: en Chile los cableados en edificios son privados y usualmente concesionados por una sola empresa, por lo que si quieres contratar otro servicio, mala suerte.
Si a eso le sumamos el traffic shaping y bloqueos de contenido que algunos ISPs agregan a sus conexiones -usualmente tirando las leyes de neutralidad a la basura- tenemos una situación que a veces es más que exasperante.
Los precios
Este vendría siendo el problema de siempre, tanto que ya casi ni duele decirlo: el internet de calidad es prohibitivo y elitista.
Los planes de internet en nuestros países han bajado bastante de precio -al menos desde el ADSL a 2 Mbps- y cada vez son más accesibles, pero conforme aumenta la velocidad y las tecnologías implementadas, es inevitable el aumento de precios.
Además, tecnologías como FTTL (fibra óptica directa a tu casa) son sólo privilegio de barrios de clase alta o media alta, y los estratos más densos o de menor calidad de vida tienen que arreglárselas con nodos limitados y los problemas ya mencionados.
En el fondo, estas tres constantes son -y siempre han sido, no sólo pensando en Google Stadia- un impedimento a la innovación. Hay muchos usuarios de Netflix que no pueden contratar el plan 4K, incluso aunque posean un televisor compatible, por ejemplo.
De hecho, muchos usuarios viven con el impedimento de usar sus conexiones de la manera permitida, a veces con límites en contenido o derechamente porque pidieron más velocidad a costa de agregar intermitencia a la línea.
Sobre esa calidad paupérrima, que incluso se ve reflejada en peligrosas cifras de llamadas por servicio al cliente, es imposible tener un servicio como Google Stadia funcionando con la calidad que se merece en nuestros países.
La única solución sería la presión del servicio ya que aumentaría la demanda: mientras más quieran sumarse a los videojuegos por streaming, más perspectiva de negocio habrá para los operadores, y eventualmente -toquemos madera- un esperado aumento en la calidad de nuestras conexiones, para todos, y a un precio competitivo.