¿Qué podemos decir de la PlayStation Classic Edition que no se haya dicho ya, y repetido a lo largo y ancho de este echo chamber que llamamos Internet? La consola, nacida al alero de una extraña moda que busca revivir aquellos «tiempos mejores» de los videojuegos, no ha estado exenta de crítica.
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La mayoría está de acuerdo en que la PS Classic es un fracaso, a juzgar por los marginales niveles de venta en Norteamérica, la súbita baja de precio a menos de dos semanas de su lanzamiento, y por supuesto las ácidas críticas de especialistas y jugadores por igual.
Latinoamérica no ha estado lejos de esa tendencia. Si bien el mercado ha tratado con cariño a productos como la NES y SNES Classic de Nintendo, el público se ha tomado la adquisición de la consola «retro» de Sony con mucha cautela, con pocas unidades disponibles para los retailers, una nula campaña de marketing y tímidos niveles de venta si tomamos las bajas de precio como indicador.
Pareciera ser que Sony, que sabe de frialdad del público a la hora de anunciar consolas, no quiere vendernos la PS Classic. Es un producto que se ve y se siente genial, pero que está bajo el yugo de problemas graves en su gestación y desarrollo. Un Subaru Impreza con motor y ruedas de tractor.
La máquina de sandwiches, en miniatura
Todos los que vivimos la guerra de las consolas en nuestra etapa formativa recordamos nuestras primeras interacciones con una PlayStation. La tapa plástica que a veces no abría, cambiar discos y rogarle a todos los santos para que funcionaran, las idas al servicio técnico, y el universo en torno a una caja grisácea capaz de mantenernos pegados al televisor por horas.
Esa sensación de diseño más familiar para nosotros sigue estando ahí, aunque en un tamaño mucho más pequeño y práctico. Atrás quedaron los hermosos discos negros, reemplazados por una memoria interna. De hecho, el botón que se supone debería abrir la tapa, ahora es una manera amigable de cambiar de disco en juegos que usan discos múltiples.
Lo que me sigue haciendo ruido es el control, que sólo tiene el pad direccional. En el período en el que muchos de nosotros pudimos acceder a una PlayStation -para 1996 yo seguía pegado en la Super Nintendo- los controles con joystick análogo ya existían, por lo que muchos juegos se sienten extraños en la consola o son menos jugables, al menos para mi.
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Fuera de aquello, el diseño sigue siendo icónico. Cabe destacar lo interesante del diseño en el USB del control: parte del conector es una «Memory Card», por lo que ambos controles conectados completan la visual definitiva de la consola. Si a eso le sumamos la GUI, sacada directamente del packaging original, tenemos un producto bien diseñado y redondo por donde se le mire.
Como dato aparte, PlayStation decidió incluir un cable microUSB para la consola pero no un adaptador para la corriente, y la consola no funciona si la conectas a una fuente de baja energía por USB, como un PC o quizá el puerto USB de tu televisor. ¿Por qué no incluirlo si era así de importante para el funcionamiento de la consola?
Los noventa no fueron hace diez años
Es imposible obviar el elefante en la habitación: los juegos. Son 20 títulos los que pueblan la poco brillante biblioteca de la consola, e independiente de lo buenos o malos que puedan ser por separado, se nota muchísimo la falta de cariño al hacer la curatoria.
La PlayStation siempre fue una consola cuyos íconos fueron videojuegos third-party, y jamás vimos ese criterio -o al menos el esfuerzo por encontrar mejores alternativas- en la elección final para la consola. Pero vamos por parte.
Siguiendo la tradición de Nintendo al agregar JRPGs icónicos a su consola en miniatura, Sony nos sorprende con Final Fantasy VII, Wild Arms y Revelations: Persona, adiciones valiosas que muchos desean volver a jugar al menos una vez más. Éste último es la versión localizada que los jugadores más viejos de Persona consideran algo apócrifa, por lo demás.
Otros son sorpresas bastante agradables: Metal Gear Solid es un clásico que no pasa de moda y Sony le dio al blanco; también con Syphon Filter. Ridge Racer TYPE 4, Mr. Driller y Super Puzzle Fighter II Turbo siguen igual de entretenidos, por lo que también son notables adiciones al catálogo.
Sin embargo, más de la mitad de los títulos tienen dos problemas fundamentales: o se juegan muy mal, o el paso del tiempo los dejó en un estado muy deplorable. Por ejemplo, no se explica la existencia de Battle Arena Toshinden ni Destruction Derby, dos entregas con tan poca jugabilidad que no revisten mayor análisis.
Ejemplos de lo segundo son Grand Theft Auto y Cool Boarders 2, dos juegos muy entretenidos y relativamente jugables, al menos para los estándares de 1995. Ahora, y existiendo alternativas mucho mejores, se vuelve cada vez más difícil disfrutarlos.
Mención deshonrosa son los que no funcionan como corresponde: Jumping Flash y Tekken 3. El primero es imposible de jugar sin los análogos, y el segundo usa la versión PAL del juego, que funciona a 50Hz en un emulador que soporta 60, por lo que tienes un juego lento y muy diferente al que disfrutamos hace años. Ese error bien pudo haberle costado la consola completa -en particular sus ventas- a PlayStation.
Si a eso le sumamos que no existen opciones para darle un look de televisor CRT a dichos juegos -algo con lo que la NES y SNES Classic si cuentan- nos encontramos con un producto que saca a relucir lo peor de su catálogo, y que nos transporta a una época llena de polígonos y texturas en baja resolución, que está próxima a cumplir dos décadas.
Arreglando lo que sí está roto
Después de todo, la reflexión que nos queda de fondo es cómo la PlayStation Classic pudo ser «salvada». Lo natural es pensar en la biblioteca que podría haber sido y no fue, lo que significa meternos en un lío bastante gris de licencias, franquicias que se vendieron a otras compañías y mucha inversión, la que ha quedado de manifiesto que no está realmente presente.
La solución parcial parece ser intervenir la consola para ejecutar tus propios respaldos, una opción que viene a alimentar la teoría de que la curatoria hecha por los usuarios es mejor que cualquier idea que pueda tener el fabricante. Dicho sea de paso, integrar tus propios juegos a la plataforma mejora la experiencia en un 100%.
Incluso aunque la discusión ahora se trata de si ser o no » pirata», PlayStation tuvo todo el tiempo para esperar y generar una alternativa, quizá con un sistema propio de distribución o suscripción -a la Netflix- que nos permitiera adquirir títulos para la PS Classic. Bastaba mirar hacia un costado, en un mundo donde la distribución digital tiene la ventaja, para hacer algo mejor que Nintendo.
Lamentablemente, y como en todo orden de cosas, termina ganando la perspectiva de negocios y la competencia por sobre lo que quieren los jugadores. Y en eso, Sony se transformó tan rápido en el Sega de los 90s -al menos en lo que a esta consola se refiere- que no nos dimos cuenta.
Consola de review facilitada por la agencia de PlayStation en Chile.