Nadie sabía qué esperar en 2015 cuando Netflix anunció el estreno de su primera serie 100% mexicana: Club de Cuervos. De hecho, esta producción tiene el peculiar logro desbloqueado de ser la primera de la plataforma en idioma español.
La expectativa era muy alta y ahora; luego de cuatro temporadas y dos spin-offs, hemos presenciado el final de esta saga.
Y podemos afirmar que, aún con sus tropiezos y malos momentos, Club de Cuervos ha hecho historia. Para convertirse en un necesario referente a futuro del mundo de las series de TV latinas.
Cómo crear un mito
Tal vez la mayor magia de Club de Cuervos sucede fuera de la pantalla. Podemos ver los episodios de cada temporada, sí.
Pero algunos de los momentos más divertidos los hemos vivido sus fans en las redes sociales y los medios impresos.
Cuando se estrenó la serie se publicaron en los principales diarios del país una serie de obituarios, en memoria de Salvador Iglesias padre. Se promocionó la ciudad de Nuevo Toledo y aparecieron en Twitter las cuentas oficiales de los personajes:
Con ello se dio origen a este universo que se expandía y se alimentaba de la propia actualidad. Que originó y desarrollo una comunidad muy activa de francos simpatizantes.
El juego de realidades era divertido y la serie se dejaba ver en cualquiera de sus variables. No tenía que ser Breaking Bad para ser grata. Y esa es su mayor virtud.
Cómo superaron el eterno problema con Netflix
Conscientes del rango limitado, las cualidades y las reglas planteadas con Club de Cuervos; tal vez si hubiera algo qué reprocharle sería ese mal; que se volvió tan común en todas las series de Netflix: el relleno.
La primera temporada y buen parte de la segunda se sienten con episodios y conflictos que bien pudieron haberse dejado de lado; para lograr una trama más ágil y directa.
Aprendieron de esta situación al parecer, ya que en la recta final afinaron varios detalles y optaron por crear un par de spin-offs. La Balada de Hugo Sánchez y Yo, Potro; en donde llenan los huecos de la trama pero no la desvían. A la par que se permiten ser (aún) más absurdos y experimentales.
Sobre La Balada de Hugo Sánchez ya escribimos un texto amplio acerca de su gracia. Mientras que Yo, Potro es otra producción que bien vale la pena ver, sobre todos para los fans de Arrested Development y similares.
Nuestra opinión sobre la última temporada y el final de Club de Cuervos
Con tantas horas invertidas abordamos la cuarta y última temporada de la serie con expectativa y pesar por el fin. Pero al final la experiencia ha sido muy grata.
Resulta bastante astuto cómo utilizaron las sub-tramas de sus spin-offs; para integrarlas a esta recta final. De manera que no es absolutamente necesario ver esas otras series. Pero enriquecen aún más el recorrido.
Aún así la ejecución no es infalible al 100%. La dirección detrás de cámaras es bastante torpe en ocasiones. En más de una ocasión desaprovechan al reparto.
A la par que los giros en los conflictos y las nuevas complicaciones tienden a apilarse demasiado hacia la segunda mitad de la última temporada.
De modo que a veces se llega al grado de que surge algún nuevo «peligro» para nuestros protagonistas y es prácticamente solucionado en cuanto se explica su supuesta gravedad. Como sucede en la subasta.
No obstante sus últimos tres episodios son muy efectivos, predecibles, sí; complacientes también, sobre todo en su desenlace. Pero también son bastante conmovedores y gratos.
Hay interesantes comentarios sociales y de género para quienes busquen algo más que la trama obvia. Pero también vemos el culmen en el desarrollo y evolución de los arcos de cada personaje.
Ya sea por sus conflictos, por su condena, por la incapacidad de ser mejores, por su absurdo o cualquier otro motivo. Hay un montón de personajes para identificarse y estimar en Club de Cuervos.
Algunos podrán reprochar que sus últimos 30 minutos recuerdan a El Retorno del Rey. Donde la serie ya terminó su historia principal. Pero dedican bastante tiempo adicional a contar un epílogo tras otro. Y darle un último momento de redención y cariño a cada uno.
Pero es una despedida que se merece cada personaje. La primera temporada de Club de Cuervos tarda en tomar vuelo; la serie en sí no logra engancharte profundamente hasta ese trance entre la segunda y la tercera.
Sin embargo vale la pena darle una oportunidad a esta saga. Aunque sea por su material infinito para memes.