Dragon Ball Super: Broly sigue con su paso imparable por las taquillas de América Latina. De hecho la película cuenta con el logro desbloqueado de que sus fans prefieren verla en una sala de cine antes que recurrir a la piratería.
PUBLICIDAD
Ahora, que la mayoría de los interesados ya ha visto la película; es momento oportuno de compartir algunas reflexiones sobre este largometraje y su valor.
¿Para qué más Broly?
Partimos de una pregunta simple, que seguramente se harán quienes no amen Dragon Ball: ¿Cuál es la relevancia de esta película si vuelve a reciclar a su «villano»?
Pues aquí es necesario ser francos y objetivos. Aunque quien escribe estas líneas no sea un amante absoluto de este anime más allá de sus días de juventud.
Broly es uno de los personajes ajenos a Akira Toriyama más interesantes de toda la franquicia; que lamentablemente nunca tuvo un abordaje justo o siquiera interesante en todas sus apariciones previas. Hasta ahora.
PUBLICIDAD
Broly, como «villano» (o víctima de su educación masculina y tóxica) contaba con un planteamiento potente en su esencia. Donde funciona perfecto como una representación de la violencia salvaje, primitiva, animal e irrefrenable.
Una locomotora que no se puede detener. Una fuerza brutal insuperable y que obliga a nuestros héroes a confrontarse con sus propios motivos de lucha.
Eso es lo interesante de Dragon Ball Super: Broly, desde un punto de vista argumental.
Un canon muy merecido
En lo que respecta al atractivo para los fans. Aquí encuentran una manera muy astuta, en realidad admirable, de integrar al canon oficial personajes; así como encarnaciones orbitales de OVAS y películas ajenas que funcionaban hasta ahora más como mero fan fiction.
Así es. Todo lo que vemos en Dragon Ball Super: Broly ya es canon. Desde el antagónico hasta un personaje muy poderoso y muy querido que llega a salvar el día; y que nunca había aparecido (en esa versión) dentro de la «trama oficial».
Akira Toriyama sólo se encargó de concebir el diseño original de Broly. Pero nunca creó nada más del personaje. Ahora, en esta película corrige el curso y logran un «villano» con dimensión y profundidad.
Y el cuál por si fuera poco ahora tiene una película digna, donde su abordaje no raya en lo ridículo.
¿Es una película o muchos capítulos hilados?
Si hubiese algo que reprochar en serio es que Dragon Ball Super: Broly en realidad es algo así como un maratón de cinco episodios del anime al hilo. Y como tal arrastra algunos de sus problemas.
La cinta tiene algo de relleno, regresa a contar pasajes que ya hemos visto una y otra vez. Afina las conexiones en algunas partes. Pero los primeros 30 minutos son un poco pesados por lo mismo.
Al igual que los capítulos de TV, hay saltos muy notorios en la calidad de la animación. Que se vuelven aún más notorios si la película se ve en una sala IMAX.
Sobre todo durante los primeros 60 minutos (de 100) se puede ver que buscaron reducir los recursos y el cuidado en los detalles de la aniación. Para buscar un espectáculo brutal en su parte final.
Pero en las secuencias visuales climáticas hay mucho empeño; y logran un juego impresionante con las secuencias, para conectar peleas asombrosas y muy emocionantes; que tendrán al borde del asiento a más de uno.
Sobre todo para quienes crecieron amando el estilo de los trazos de Akira Toriyama y la animación de Tadayoshi Yamamuro. Hay auténticos homenajes aquí hacia ellos. Y ya. No hay nada más.
Aún así es tal vez la mejor película de Dragon Ball de la historia. Y eso que hay 20.