Para nadie es un secreto que los niveles de contaminación del planeta han crecido de forma crítica en los últimos años. De hecho, desde la revolución industrial la humanidad se ha encargado de aumentar los niveles de CO2 significativamente. Los efectos de eso ya se empiezan a ver hoy, dando como resultado el calentamiento global o cambio climático.
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Normalmente pensamos que el cambio climático solo se ve retratado en la temperatura atmosférica. No obstante, otros grandes afectados de este problema son los océanos del mundo. ¿La razón? Las zonas de agua de la Tierra estarían recibiendo cantidades absurdas de energía térmica todo el tiempo.
Esta sería la teoría de un equipo multidisciplinario de científicos. Publicado en Proceedings of the National Academy of Science, el documento señala que los océanos han estado captando muchísimo calor desde 1871.
Normalmente el planeta se hacía cargo del CO2 sobrante en la atmósfera al atrapar este gas en los océanos. El agua terminaba fijando el dióxido de carbono al suelo océanico por medio de corales o vegetales marinos. El problema es que con el exceso de gases de efecto invernadero, los océanos han absorbido un 90% del calor que estos generan.
Esto no es algo para tomar a la ligera, pues los océanos habrían recibido desde 1871 una cantidad de 436×1021 julios de calor. Esto equivaldría a 1.000 veces el consumo de energía primaria en el mundo al año.
Las consecuencias del calentamiento de los océanos
Los expertos advierten de los terribles efectos del aumento de temperatura en los océanos. Por supuesto esto aceleraría el proceso de derretimiento de los polos, sino que el mayor calor provocaría una mayor expansión del agua. En otras palabras: los niveles del mar podrían subir mucho más rápido.
No solo eso, sino que las corrientes marinas también se verían gravemente afectadas. La razón es que su funcionamiento depende de que haya movimiento de agua fría y cálida. Esto debilitaría corrientes como la del Golfo o Amoc, que lleva agua caliente hacia el polo norte, donde se enfría y termina devolviéndose hacia el sur. De ser alterada esta, puede que los inviernos en Europa sean más extremos y el nivel del mar suba en EE.UU. Además, también afectaría la regularidad de las lluvias tropicales.